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Libros
David Mamet

Los tres usos del cuchillo

¿Qué hace que una obra dramática sea buena?
¿Cómo se relaciona una obra dramática con la vida cotidiana?
Para David Mamet, uno de los ideólogos contemporáneos más carismáticos y comprometidos con la creación artística, el teatro con mayúsculas satisface la necesidad humana de ordenar el mundo. Una buena obra dramática lleva al protagonista a invocar frente al público, en el escenario y a través de propio personaje, la fuerza para continuar en la lucha por existir. El autor considera inherente a la naturaleza humana la necesidad de dramatizarlo todo: “Nuestra comprensión de la vida, nuestro propio drama se resume en tres partes: Había una vez… Pasaron los años… Y un día”.

Los ensayos contenidos en Los tres usos del cuchillo actúan como un elocuente recordatorio de que las vidas privadas se componen de pequeñas escenas de tragedia y comedia que sólo tienen sentido como parte de una obra dramática que es la propia biografía en su conjunto.

Lleno de toques autobiográficos, David Mamet proporciona en este libro las claves para detectar el teatro tramposo y autocomplaciente que defiende la sociedad mediática occidental. En su conjunto, Los tres usos del cuchillo es una llamada al arte y a las armas, un manifiesto que nos recuerda el poder singular de la obra dramática para mantenernos sanos, cuerdos y humanos.
69 páginas impresas
Publicación original
2015
Año de publicación
2015
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Opiniones

  • Cecilia Magañacompartió su opiniónhace 2 años
    💡He aprendido mucho

Citas

  • Cecilia Magañacompartió una citahace 2 años
    obra toca a su fin cuando se desvela lo que se mantenía oculto y nosotros sentimos la plenitud porque recordamos. Evocamos cuando el mundo estaba trastornado. Evocamos la introducción de aquel «elemento nuevo» que desestabilizaba un mundo que nosotros habíamos creído que funcionaba bien. Evocamos los esfuerzos cada vez más enérgicos del héroe o de la heroína (que nos representa sólo a nosotros) por volver a encontrar la verdad y restituirnos la paz (al público). Y en una buena pieza teatral recordamos que cada intento (cada acto) parecía ofrecer la solución, que lo examinábamos extasiados y que nosotros (el héroe) nos sentíamos profundamente decepcionados cuando comprendíamos nuestro error, hasta que: al final de la obra, cuando creíamos haber agotado todas las vías posibles de investigación, cuando carecíamos de medios y de recursos (o al menos lo parecía), cuando no éramos más que impotencia, todo se recomponía. Se restituía en cuanto se revelaba la verdad.

    En ese momento, pues, en una obra bien construida (y tal vez en la vida analizada con sinceridad), comprenderemos que lo que parecía fortuito era esencial, distinguiremos el patrón forjado por nuestro carácter, seremos libres para suspirar de alivio o llorar. Y entonces podremos irnos a casa.
  • Cecilia Magañacompartió una citahace 2 años
    el drama hemos creado la oportunidad de enfrentarnos a nuestra naturaleza, a nuestras acciones y a nuestras mentiras. Pues el tema del drama es la mentira.

    Y al final del drama, la verdad –que ha sido omitida, pasada por alto, desdeñada y negada– se impone. Así es como sabemos que el drama ha terminado.
  • Cecilia Magañacompartió una citahace 2 años
    Como sociedad, como seres humanos, hombres y mujeres, con el carácter de ustedes y con el mío, somos mentirosos por naturaleza. Amamos la mentira, mentimos a los otros, nos mentimos a nosotros mismos y mentimos cuando hablamos de la mentira; aunque si eso forma parte de nuestra naturaleza, ¿de dónde sale la verdad?

    Tal vez en aquel momento final en que el asesino puede reconocer su crimen, el político su mala conducta, el marido y la mujer sus infidelidades. Tal vez ni siquiera entonces.

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