Libros
Ana María Shua

Cómo escribir un microrrelato

Hay mil definiciones más o menos poéticas de microrrelato. Se lo ha comparado con un rayo, con un estallido, con un relámpago. Se ha señalado su carácter sugerente y elíptico, también su lirismo, sus finales sorprendentes. Se ha convenido, finalmente, en que es «muy difícil de definir».
En este libro, Ana María Shua –escritora experimentada y referente en lengua española en el género de la microficción— opta por una definición práctica: “Microrrelato es un texto narrativo que tiene alrededor de trescientas palabras”. Y esa aparente sencillez esconde un mundo. Es un territorio de fronteras porosas, eso sí: el microrrelato presenta una trama, pero no es un cuento; en él cada palabra tiene el peso de una roca, pero no es un poema; puede tener ingenio y humor, pero cuidado con abusar del chiste; puede ser reflexivo, pero evita la moraleja de las fábulas. En síntesis: es un arte, pero un arte que se puede aprender.
Pensado para quienes buscan sumergirse en la práctica de la escritura del microrrelato, este manual –que no subestima al lector, pero tampoco lo desanima— incluye ejercicios, ejemplos y lecturas sugeridas; lugares para encontrar ideas que disparen la escritura (los sueños, los mitos, las leyendas, los cuentos populares); formatos posibles (el diccionario, las instrucciones, un tuit); consejos y advertencias: «Para ser dignamente microrrelatista, intente el cuento largo, intente la poesía, intente la novela. Usted tiene que poder volver al microrrelato porque siente que es el género en el que mejor puede expresarse, y no porque es lo único que le sale».
Nada de esto quiere encorsetar la expresión personal sino, por el contrario, liberarla para encontrar una voz propia, lo que convierte a estas páginas en un manual de escritura en toda su ley, más allá del género. Como dice la autora, «lo importante es que la materia de sus microrrelatos sea la de sus propias experiencias y fantasías, la de su imaginación. […] Usted estará allí con todo lo que es, lo que piensa, lo que siente». Por supuesto, además, sea breve.
109 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2023
Año de publicación
2023
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Opiniones

  • Vero Valenzuelacompartió su opiniónhace 4 años

    Maravilloso libro, voy por la mitad pero es increíble

  • Alexis Alvarezcompartió su opiniónhace 3 años
    👍Me gustó
    💡He aprendido mucho
    🎯Justo en el blanco
    😄Divertido

    Ana Maria Shua lográ hacer un libro sobre como aprender algo, sin ser aburrido, al contrario es entretenido pero nunca abandona su objetivo y tampoco vende formulas mágicas, dejando claro que la clave cualquier escritor, es escribir, escribir, escribir.

  • Abi Cortéscompartió su opiniónhace 4 años
    👍Me gustó
    💡He aprendido mucho

    En este libro aprendí mucho sobre las características y la historia del microrrelato. Tiene muchos ejercicios bastante interesantes.

Citas

  • The PoemTubecompartió una citael año pasado
    el máximo de significado, con el mínimo de significantes
  • Renata Uribecompartió una citahace 3 años
    La creación literaria se parece al trabajo de los sueños: no es nada más que una combi­nación diferen­te de facto­res que sin embargo altera el resul­ta­do.
  • Bonzo Poecompartió una citael mes pasado
    Cuando un bebé aprende su lengua materna, está incorporando mucho más que las palabras. Un idioma lleva inscrito en sí mismo la cultura que lo produjo, en las características de su estructura, que determi­na una cierta organi­zación del pensamiento, y también como porta­dor de alusiones, refranes, rimas, chistes y canciones que lo con­forman. Cuando le cantamos por primera vez a un bebé «Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva» lo estamos introducien­do en una cadena de asociaciones que lo llevarán a entenderse de forma más sutil y compleja con quienes com­partan su experiencia de la lengua.

    En japonés no es posible referirse a uno mismo en forma direc­ta, es incorrecto por razones gramaticales empezar una frase diciendo «yo». En inglés no existe la forma «se rompió», it broke. Será, en todo caso, it got broken, lo que incluye a un agente causal. Las cosas no «se rompen», alguien las rompe: decir «se rompió» es un error gramati­cal que suelen cometer los chicos y que hace reír a los adultos. Un error cuya corrección marca, además, una posi­ción cultural frente a la cuestión de la responsabilidad perso­nal.

    Un idioma es un punto de vista, una forma de enfren­tar el caos de la experien­cia y reducirlo a la escala de la com­pren­sión humana, que necesita cierto ordenamiento, cierta clasifi­ca­ción. El funcio­namien­to de nuestra mente exige la generali­zación, y eso es lo que hace el lenguaje. Y cada idioma genera­liza, es decir, clasifica, a su manera. Todos usamos estos casilleros na­turalmente, sin pensarlo. Pero los escrito­res necesitamos recuperar la con­ciencia de este sistema que nos organiza el mundo para ser capaces de desafiarlo y encon­trar así nuevos sentidos. Debemos estar constantemente atentos a las vallas que cuadriculan la experiencia para poder saltarlas, romperlas, para proponer una nueva construcción que permita ver la realidad desde otro ángulo.

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