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Libros
Ramón López Velarde

Obras

El poeta mexicano Ramón López Velarde dio impulso a los temas relacionados con el medio provinciano. Su primer libro, “La sangre devota”, reflejó semejante gusto en el que la ingenuidad ocupaba un sitio visible; poco después, “Zozobra” reveló un ímpetu lírico que penetraba en los conflictos de la conciencia. Finalmente, «El son del corazón” completó el sentido de su oficio.
1.135 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2017
Año de publicación
2017
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Citas

  • The PoemTubecompartió una citahace 3 años
    EL PIANO DE GENOVEVA
    PIANO llorón de Genoveva, doliente piano
    que en tus teclas resumes de la vida el arcano;
    piano llorón, tus teclas son blancas y son negras,
    como mis días negros, como mis blancas horas;
    piano de Genoveva que en la alta noche lloras,
    que hace muchos inviernos crueles que no te alegras:
    tu música es historia de poéticos males:
    habla de encantamientos y de princesas reales
  • Veronica Bujeirocompartió una citahace 3 años
    LA FILIACIÓN de la canalla nacida en América no viene de Sancho, como no viene de nadie. La existencia de nuestros infames no se explica por árboles genealógicos: es un raro caso de generación espontánea
  • Veronica Bujeirocompartió una citahace 3 años
    ¿Te fastidias, bella lectora de los severos renglones de agrio gesto que no aprisionan en sus sílabas la confidencia de algún afecto ni el cascabeleo juguetón de una alegre noticia? Aunque no sea más que por darte gusto, seré confidente contigo en estas monótonas cuartillas que bien sabe Dios los esfuerzos que me cuestan. Confidente soy al decirte, a riesgo de pecar de indiscreto, que eres toda indulgencia. Indulgentes son tus palabras que encierran en su música una misericordiosa voz de perdón; indulgentes esos labios cuyos movimientos denuncian tu plegaria secreta que se levanta en la iglesia cuya penumbra realza tu rostro, pálido como los broches de plata de tu devocionario; indulgentes, en fin, son tus ojos que como con miedo se dirigen al cielo para preguntarle de las lluvias que nos niega. Aunque, a decirte verdad, amable lectora, bien hace el cielo en no hacer caso de tus interrogaciones.

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