En una ciudad del sur de México, acontece una explosión en una planta nuclear. A lo largo de una serie de cuentos, descubriremos a través de la vida de diversos personajes las implicaciones que esto tiene, cómo sus vidas se entralazan con este hecho.
Es un libro que retrata la cotidianidad con escenarios cercanos donde irrumpe lo extraordinario, algún elemento que trastoca la realidad. Le da giros perturbadores y plasma la irrupción de lo fantástico.
Leer este libro fue recibir constantes cachetadas, que te restriegan la horrible realidad en que vivimos. Que te recuerda que sin importar qué tan deconstruido estés tu entorno sigue igual, sin cambiar: y te angustia demasiado.
Fue una experiencia muy curiosa leer este libro porque me veía a mí misma en algunos personajes, o podía relacionar cierto diálogo o hecho con experiencias que tuve. Es de esos libros que te hacen admirar la literatura pues son un reflejo de ti y tu realidad; y a la vez, el tipo de libro que te obliga a ver más allá de tu privilegio.
Laura te obliga a observar el lado feo de México, sin romantizar, que queremos ignorar: funcionarios públicos corruptos, periodistas coludidos, racismo, los prejuicios, el rezago (o más bien trato diferenciado) del norte y el sur, feminicidios, la discontinuidad en las administraciones gubernamentales, desaparecidos y secuestros.
El último cuento, que da título al libro, es una chulada. Me encantó.
Nunca había leído un libro de cuentos, y este fue una gran introducción. Me gustaron todos, unos más. Pero todos quedaron en mi mente por lo real. Sigo pensando en algunos de los personajes, y creo que el último cuento quedará siempre en mi mente.