Libros
Primo Levi

Auschwitz, ciudad tranquila

Auschwitz ha sido el alfa y el omega de la obra de Primo Levi. El alfa, en 1947, con Si esto es un hombre; el omega, cuarenta años después, con su último libro, Los hundidos y los salvados. Pero, entre estas dos piedras angulares de la literatura sobre la Shoah, Levi no ha dejado nunca de contar el Lager y de indagar, a través de sus narraciones, acerca de la terrorífica naturaleza de ese lugar.
Este libro nos ofrece diez relatos enmarcados por dos poemas: doce reflexiones, inesperadas y apasionadas, sobre la mayor tragedia colectiva del siglo XX.
Bajo la égida de un título paradójico pero concebido por el mismo autor, «la ciudad tranquila» del campo de concentración se convierte aquí en el objeto de miradas e interpretaciones de lo más dispares: la fantástica, por ejemplo, en el tríptico de relatos distópicos constituido por «Mariposa angelical», «Versamina» y «La bella durmiente en la nevera»; o, por supuesto, la autobiográfica, con textos como «Cerio» o «Vanadio», en el que Levi habla del reencuentro, veinte años después, con uno de sus carceleros.
Pasados treinta y cinco años de la muerte de Primo Levi, quizá el más lúcido testigo de la barbarie de los campos de concentración nazi, esta antología reincide en la importancia de mantener vivo el recuerdo del horror, y abre, gracias al delicado equilibro entre ficción y memoria, un nuevo espacio de reflexión.
122 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2022
Año de publicación
2022
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Citas

  • Adal Cortezcompartió una citahace 6 meses
    Tendía a rechazar un segmento de su pasado, pero había evolucionado lo suficiente como para no mentirse a sí mismo. No se permitía mentiras, sino lagunas, espacios en blanco.
  • Adal Cortezcompartió una citahace 6 meses
    Por lo que respecta a los señores del mal, esta curiosidad, que admito conservar, y que no se limita a los jerarcas nazis, sigue viva. Han aparecido cientos de libros sobre la psicología de Hitler, Stalin, Himmler, Goebbels, y he leído decenas de ellos sin que me satisficieran. Es probable que se trate de una incapacidad esencial de los escritos documentales, pues no tienen casi nunca el poder de mostrarnos el fondo de un ser humano. Para este fin, más que los historiadores o los psicólogos, resultan idóneos el dramaturgo y el poeta.
  • Adal Cortezcompartió una citahace 6 meses
    Puede parecer sorprendente que, en el campo de exterminio, uno de los estados de ánimo más frecuentes fuese la curiosidad. Sin embargo, éramos, además de gente asustada, humillada y desesperada, curiosos; hambrientos de pan y de comprender. El mundo a nuestro alrededor había dado un vuelco total, por tanto, alguien lo había volcado y, por eso, él también era una persona inestable: uno, mil, un millón de seres antihumanos, creados para torcer lo que estaba recto, para manchar lo que estaba limpio. Era una simplificación ilícita, pero en aquel tiempo y en aquel lugar no éramos capaces de articular ideas complejas.

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