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Libros
Juan Domingo Argüelles

Qué leen los que no leen

Apoyado en las reflexiones de lectores como Daniel Pennac, Gabriel Zaid y muchos otros, el autor desmiente las falacias sobre la utilidad obligatoria de los libros y recupera la lectura como un acto de placer y ocio. Sin tibiezas y con humor, ¿Qué leen los que no leen? da una merecida esto­cada a los dogmas sobre la obligación de leer, revela las fallas estructurales de los programas de fomento a la lectura y desenmascara la hipocresía de una cultura que predica la “cualidad humanizadora” de consumir libros, pero que trata como inferiores morales a quienes no lo hacen.
Este volumen demuestra que la práctica de la lectura impuesta como obligación conduce al alejamiento de los lectores potenciales y al empobrecimiento cultural de una sociedad.
281 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2017
Año de publicación
2017
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Opiniones

  • b4696704478compartió su opiniónel año pasado
    🙈Ni fu ni fa

  • Jose Chang Salazarcompartió su opiniónhace 2 años
    👍Me gustó
    💡He aprendido mucho

Citas

  • Ahora todo en dedanscompartió una citahace 3 años
    La vieja letanía familiar “Primero trabaja, después te divertirás” ha expresado siempre el absurdo de una sociedad que prescribía renunciar a vivir para consagrarse mejor a una tarea que consumía la vida y que sólo dejaba a los placeres la apariencia de la muerte
  • Andrea Brunetcompartió una citahace 3 meses
    Ivan Illich había llamado la atención sobre cómo la institución escolar lleva a cabo un adiestramiento para que las personas confundan el proceso y la sustancia, de forma tal que al alumno se le escolariza para confundir enseñanza con saber, diploma con competencia, restándole valor al conocimiento extracurricular y eliminando casi por completo la búsqueda del placer.
  • Andrea Brunetcompartió una citahace 3 meses
    uno de los ensayos de su excelente libro El corral de la infancia, Montes escribe:

    Al oficializar, la escuela deshistoriza, lo despoja a uno de su pasado lingüístico, como si ese pasado fuera por completo desdeñable. Este proceso de deshistorización del lenguaje corre parejo con otras conductas deshistorizantes: la tendencia a machacar generalidades y a huir de lo concreto, la tendencia a fomentar el arquetipo y huir de la historia, y sutiles técnicas mediante las cuales se alienta la pérdida progresiva de la propia carga cultural y el reemplazo de “maneras” desvalorizadas por otras consideradas más prestigiosas.

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