Libros
Natalia Litvinova

Soñka, manos de oro

El nuevo libro de una autora inconformista y libre, una de las más brillantes de la poesía latinoamericana: pensar el pasado para entender el presente.

Se llamaba Sheindla-Sura Leibova Salomoshak-Bluwstein, aunque la historia la recuerda por su apodo: «Soñka, manos de oro». Había nacido en Varsovia en 1846, y a finales del siglo XIX se convirtió en una leyenda por sus ingeniosas maneras de estafar. Ocupó las portadas de los diarios más leídos de la época: la llamaban «Diablo con falda», «La versión femenina de Robin Hood» o «La zarina del crimen». Engañaba y robaba a los hombres ricos en los hoteles de Odesa, Moscú y San Petersburgo, en las joyerías y en los trenes. La atraparon en 1888, y cumplió condena en la isla de Sajalín. Se decía que quien entraba allí jamás regresaba: así ocurriría con Soñka, que murió en prisión en 1902.

Pero antes hubo un juicio. Un juicio polémico y popularísimo en su tiempo, cuando Soñka —manos de oro— evocó la historia de su vida: una memoria bien diferente a aquella que la prensa había divulgado sobre ella. Natalia Litvinova reconstruye en estos poemas la biografía de Soñka, sus soledades y sus amores, su relación con un mundo que ella dividió entre quienes robaban y quienes no. Soñka, manos de oro es un libro sobre el poder y el dinero, sobre el valor de lo material en contraposición con el valor de aquello que no logramos retener. Un extenso poema narrativo, fragmentado y lleno de ambición, que plantea un viraje en la trayectoria de Natalia Litvinova.
17 páginas impresas
Publicación original
2022
Año de publicación
2022
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Opiniones

  • Ana Saenzcompartió su opiniónhace 4 meses
    👍Me gustó
    🔮Profundo
    🐼Adorable
    💧Prepárate para llorar

    Increíble y fortísimo. Muy muy recomendable.

  • Malena Tejedacompartió su opiniónhace 6 meses
    👍Me gustó
    🔮Profundo
    🎯Justo en el blanco

    Increíble lectura, tiene frases poderosas.

Citas

  • Nicté Toxquicompartió una citahace 2 meses
    En el tren sentí calma,

    el piso firme

    rugió bajo mis pies.

    Hermano de hierro,

    ¿te acordás de mí?

    Juntos huimos de mi pueblo

    a San Petersburgo,

    yo tocaba con la frente la ventanilla

    para que el bosque me bendijera.

    Todo lo desagradable y hermoso

    quedaba atrás,

    daba pena no poder voltear para verlo,

    daba alegría.

    Hermano, otra vez juntos,

    cruzamos la ciudad adormecida

    y siento tus venas de metal

    como si fueran mías,

    palpitando de miedo

    bajo la nieve.
  • Nicté Toxquicompartió una citahace 2 meses
    Estos caballos

    sueñan con bosques

    pero reciben

    nuestra tristeza humana.

    Si en Sajalín me dieran

    una hoja y un lápiz,

    escribiría una canción

    sobre ustedes,

    caballos presos.
  • Nicté Toxquicompartió una citahace 2 meses
    los árboles son estacas

    clavadas en la tierra.

    Qué pobres

    se volverán mis ojos

    en esa isla.

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