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Luis María Martínez Rodríguez

Los dones del Espíritu Santo

  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    Para que podamos superar las dificultades y eludir los peligros, Nuestro Señor ha provisto dándonos un conjunto de virtudes que se agrupan en torno de la virtud cardinal de la Fortaleza. Son la paciencia, la perseverancia, la fidelidad, la magnanimidad, etc., todo un grupo de virtudes que, como un ejército en orden de batalla, está en nosotros para fortificarnos, para alentarnos, para hacernos superar las dificultades y evitar los peligros.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    El don de Fortaleza tiene otra medida. ¿Sabemos cuál es? La medida del don de Fortaleza no son las fuerzas humanas, no son las fuerzas angélicas, es la fuerza de Dios, su fuerza infinita, su fuerza omnipotente; por el don de Fortaleza, el Espíritu Santo nos impulsa a todo aquello a donde puede alcanzar la fuerza de Dios.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    De manera que para alcanzar la salvación de nuestras almas no basta la virtud de la fortaleza con sus virtudes anexas; se necesita un don, un don del Espíritu Santo que lleva el mismo nombre que la virtud: el don de Fortaleza.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    El don de Temor de Dios, en el primer grado, produce horror al pecado y fuerza para vencer las tentaciones.
    Por las virtudes nos alejamos del pecado, vencemos la tentación, pero ¡con cuántas luchas!, ¡con cuántas deficiencias! Lo sabemos por una triste experiencia; no son nuestros esfuerzos espirituales siempre gloriosos; ¡cuántas veces nos sentimos vencidos!, ¡cuántas otras, aunque al fin y a la postre resultemos vencedores, hemos tenido deficiencias, hemos vacilado, y solamente después de muchos esfuerzos logramos la victoria!
    Por el don de Temor de Dios, la victoria es rápida, la victoria es perfecta, ¡cuántas veces lo hemos sentido en el fondo de nuestra alma! ¿No ha habido ocasiones en las que en presencia de una tentación o de un peligro sentimos un impulso rápido e instintivo que nos aparta del pecado? Es el Espíritu Santo que nos mueve por el don de Temor.
    En el segundo grado de este don, no solo el alma se aleja del pecado, sino que se adhiere a Dios con profunda reverencia. No solamente se reverencia a Dios hasta evitar toda clase de pecado, sino que se evitan esas irreverencias que, sin llegar a faltas, son siempre señales de imperfección.
    Este respeto profundo que los santos han tenido por todo lo sagrado, por la Iglesia, por el Evangelio, por el sacerdote, es efecto del don de Temor de Dios. Todo lo divino se reverencia; no quisiera el alma que está bajo el imperio del don de Temor faltar en lo mínimo al respeto y veneración que a Dios es debido.
    En el tercer grado de este don se produce un efecto maravilloso: el desprendimiento total de las cosas de la tierra. Por eso dicen los teólogos que el don de Temor de Dios es el que viene a producir la primera de las Bienaventuranzas: «Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos». La Bienaventuranza de la pobreza y del desprendimiento es fruto del Temor de Dios.
    Cuando de tal manera nos adherimos a Dios y nos alejamos de todo lo que nos pudiera separar de Él, que llegan a perder para nosotros su fascinación las cosas exteriores, entonces el alma se siente libre, experimenta un desprendimiento divino, que es característico de ese período de la vida espiritual; y entonces se llega a esa cumbre gloriosa de la cual dijo Jesucristo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos».
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    Quien quiere, quien ama, siente un profundo temor de apartarse del amado o disgustarlo; no se concebiría el amor sin este temor.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    El temor servil no es el don de Temor de Dios de que estoy tratando.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    don de Piedad —como dije ya— tiene por fin disponer nuestras relaciones con los demás;
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    la voluntad, que es la facultad que sigue en categoría y nobleza a nuestra inteligencia, hay un don, el don de Piedad, que tiene por objeto arreglar y disponer nuestras relaciones con los demás.
    Para dominar la parte inferior de nuestro ser hay dos dones: el de Fortaleza y el de Temor de Dios; el de Fortaleza, para quitarnos el temor del peligro; el de Temor de Dios, para moderar los ímpetus desordenados de nuestra concupiscencia.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    En esta facultad altísima, precisamente por su nobleza y excelencia, el Espíritu Santo ha puesto cuatro dones: Sabiduría, Entendimento, Ciencia y Consejo,
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    El nombre y el número de estos dones los encontramos en un pasaje clásico del profeta Isaías: «Brotará —dice el profeta— una vara de la raíz de Jessé, una flor nacerá de esa raíz y descansará en ella el Espíritu de Sabiduría y de Entendimiento, el Espíritu de Consejo y de Fortaleza, el Espíritu de Ciencia y de Piedad, y la llenará el Espíritu de Temor del Señor». Lo que Isaías llama «espíritus» es lo que en el tecnicismo teológico se llaman «dones».
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