bookmate game
Luis Felipe Fabre

Declaración de las canciones oscuras

Avisarme cuando se agregue el libro
Para leer este libro carga un archivo EPUB o FB2 en Bookmate. ¿Cómo puedo cargar un libro?
Agosto de 1592. Un alguacil y dos ayudantes llegan al monasterio de Úbeda para exhumar los restos mortales de Juan de Yepes –el célebre místico y poeta español que pasará a la posteridad como San Juan de la Cruz— y llevarlos a Segovia, donde recibirán sepultura definitiva. En el momento de retirar la losa que protege los despojos del finado, descubren el cadáver incorrupto del carmelita, del que emana un olor indescriptible, que para algunos es el «perfume de la santidad», «el fantasma de una flor»: en todo caso, un milagro que inflamará la devoción y el afán por conseguir reliquias del fraile y que marcará el inicio del sinuoso y onírico periplo de nuestros protagonistas, lleno de aventuras y extravíos, por la noche oscura del alma y de la meseta española, camino en el que, jornada a jornada, el cuerpo del religioso irá menguando paulatinamente, esquilmado, desmembrado por la veneración de los fieles con los que se cruzan, invadidos por un extraño y voluptuoso furor, tan parecido a la lujuria de la carne.

Declaración de las canciones oscuras es una novela llena de sensualidad y picaresca, un bellísimo texto que, a la par que homenajea la poesía de San Juan de la Cruz, propone una serie de reflexiones atemporales sobre el cuerpo y el alma, sobre lo sagrado y lo profano, sobre el éxtasis espiritual y carnal.
Este libro no está disponible por el momento.
133 páginas impresas
Publicación original
2021
Año de publicación
2021
¿Ya lo leíste? ¿Qué te pareció?
👍👎

Opiniones

  • Mi gato calculistacompartió su opiniónhace 2 años
    👍Me gustó

  • Ingrid Garcíacompartió su opiniónhace 3 años
    👍Me gustó

  • antonio hernandez alvarezcompartió su opiniónhace 3 años
    👍Me gustó

Citas

  • Kas DIHcompartió una citahace 3 años
    Quisiera estar ciego para dejar de ver esta oscuridad espeluznante
  • Irasema Fernándezcompartió una citahace 7 meses
    Y que allí donde no encuentre mi lengua sentencia ni palabra valga el dedo de argumento. Que hable el dedo. Que comunique con la frescura de su carne lo imposible de la diligencia. Que clame que traer el cuerpo todo hubiera sido un despropósito pudriéndose en el camino. Que explique la parte la ausencia del resto. Que con el dedo se entretenga doña Ana. Que le sirva el dedo de consuelo mientras se secan esos huesos y se curten del fraile los pellejos. Que sea este dedo mi lengua y amenamente hable.
  • Agustinacompartió una citael año pasado
    Al fin la flecha había alcanzado al ciervo y el verso al verso y el ciervo murió. Y el ciervo no murió sino que trocose en una paloma y la paloma alzó el vuelo.

En las estanterías

fb2epub
Arrastra y suelta tus archivos (no más de 5 por vez)