Excelente libro. Me mantuvo indignada e incrédula ante tanta complicidad del entorno de la autora, que en ese momento era una niña de catorce años manipulados por un depredador sexual de casi cincuenta.
Una denuncia que llega más de tres décadas después para develar no solo a un pedófilo, sino a una sociedad que lo convirtió en “genio de la literatura”. Este testimonio muestra cuándo la obra no debe separarse del autor y cómo no se puede permitir que un delito pase por libertad creativa.
Es un relato de fácil lectura, corto, pero crudo. Es imposible no sentirse indignado por las experiencias vitales que tuvo que sufrir la escritora y como todos los resguardos que debieron existir para proteger un niño no existieron.
Vale la pena leerlo para incorporar estas lecciones de vida y no permitir este tipo de actos.
Es indescriptible el asco y horror que deja este libro, crudo y tan cargado de sentimientos, los sentimientos y pensamientos de la víctima de un auténtico monstruo, un asqueroso.
Bastante difícil de leer en algunos momentos pues quien se ha visto envuelto en situaciones de abuso se ve reflejado en las palabras y los pensares de la escritora. Aún así, es un libro excelente, un testimonio férreo contra el abuso.