Trabajé con un hombre, sin dar excusas, sin que me importase mi aspecto exterior o lo que pensaran de mí. Sin hacer chapuzas o cometer torpezas como trabajan las mujeres, y deseando con todas mis fuerzas que las cosas salieran bien. Filon no me preguntaba: ¿Es usted capaz? ¿Le importaría? Me decía: Hágalo. Y yo lo hacía. Realicé un buen trabajo. Conseguimos mantener al ganado unido. Y eso —la expresión retorcida volvió a surgir en el rostro de La Caminante— es una de las cosas que te hacen ser independiente