Criatura editora

Es que lo superficial e ilimitadamente estúpido del mundo capitalista neoliberal es tan ostensible que tiende a hacernos olvidar lo injusto, lo violento, lo loco. La ruina del pensamiento y el lenguaje: la estupidez de la «lógica cultural del capitalismo tardío» tiende a cubrir —y hasta, se diría, como Lacan, forcluir— al propio capitalismo.

El trabajo, el producto y el consumo están hermanados por la atmósfera mágica de lo cool. Pero la diversión parte del consumo y solamente apunta al tiempo libre: el trabajo es deber, y obviamente la llamada sociedad de consumo y el espectáculo y su convocatoria a la diversión se instalan como una réplica lineal transgresora del ethos de la austeridad aburrida y fastidiosa del trabajo y el ahorro protestantes. Una especie de estética pura de chicharra contra hormiga.

asunto ahora es que ya no solamente tengo derecho a divertirme, sino que tengo la obligación de divertirme o de ser divertido.