La elección inesperada del papa Francisco renovó la fe y alentó la esperanza de cambio en 1100 millones de católicos en el planeta, pero dejó al vicario de Roma en la primera línea de fuego. Su revolución pacífica implica enfrentamientos con fuerzas del mal camufladas en sotanas. La purificación del Banco de Dios, la renovación de la curia vaticana y el objetivo de imponer una Iglesia pobre y para los pobres tienen al papa en alto riesgo. Desde la Edad Media un pontífice no corría tanto peligro.