"Aurora estaba harta de su pareja y del amor en general, del que ya descreía, también de la frivolidad de la sociedad y de la democracia imperante en su país, que en ese primer día de septiembre todavía celebraba elecciones generales sin listas abiertas -algo inconcebible en las sociedades desarrolladas-; estaba harta del poder que los hombres ejercían sobre las mujeres -tan enclaustrados siempre en su inseguridad-; rechazaba el egoísmo y la mediocridad, no soportaba la hipocresía, refugio de los débiles, ni la soberbia ni la envidia. Tampoco aceptaba la realidad y creía en la consecución de los sueños, único alimento del espíritu....