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Lisa Kleypas

La Antigua Magia

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  • Elena Herpercompartió una citahace 3 años
    A McKenna le prohibí trabajar en todo el día y, naturalmente, me obedeció, ya que la esposa americana es soberana de su hogar (aunque somos listas y concedemos al marido la apariencia externa de autoridad). Soy una dictadora benevolente, por supuesto, y McKenna parece estar muy conforme con la situación…
  • Elena Herpercompartió una citahace 3 años
    —Bueno —dijo con voz seca—, ya que te has hecho con el uso de mis habitaciones, tendré que buscar otro alojamiento para esta noche. Desde luego, no me lo pensaría dos veces antes de echarte a ti…, pero haré una excepción por lady Aline.

    —Ve a Marsden Terrace —sugirió McKenna con un súbito fulgor travieso en los ojos. Su mirada volvía compulsivamente al rostro dormido de lady Aline, como si le resultara imposible apartar la vista durante más de algunos segundos—. Westcliff está allí solo… Tal vez agradezca tu compañía.

    —Ah, espléndido —repuso Gideon en tono ácido—. Podríamos mantener una larga conversación sobre las causas de mi maldito alejamiento de su hermana menor. Aunque, en realidad, no importa. Livia se habrá olvidado de mí dentro de seis meses.

    —Lo dudo —replicó McKenna con una sonrisa—. No desesperes. Nada es imposible… y Dios sabe que mi caso lo demuestra.
  • Elena Herpercompartió una citahace 3 años
    —Has perdido el barco, según parece —dijo Gideon amigablemente.

    —No tuve más remedio —respondió McKenna—. Estaba a punto de dejar atrás algo muy importante
  • Elena Herpercompartió una citahace 3 años
    —¿Puedo preguntar… si se trata de lady Aline?

    El ayuda de cámara asintió de inmediato.

    —Que me aspen —dijo Gideon en voz baja y su malhumor cedió su lugar a una sonrisa—. ¿Todavía están aquí?

    —Sí, señor Shaw.

    La sonrisa de Gideon se tornó más amplia al considerar el inesperado giro de los acontecimientos.

    —De modo que por fin ha conseguido lo que quería —murmuró—. Bueno, lo único que puedo decir es que más vale que traslade su real trasero a Nueva York cuanto antes. Alguien tiene que construir la maldita fundición.

    —Sí, señor
  • Elena Herpercompartió una citahace 3 años
    —Estoy tan cansada, McKenna…

    —Duerme, amor mío —susurró él mientras le peinaba el cabello largo con los dedos y le apartaba los mechones húmedos del cuello—. Yo cuidaré de ti.

    —Duerme tú también —dijo Aline soñolienta, acariciándole el pecho con la mano.

    —No. —McKenna sonrió y le dio un beso suave en la sien. Su voz tenía la ronquera de la felicidad—. No, porque estar despierto es mejor que cualquier sueño que pudiera tener
  • Elena Herpercompartió una citahace 3 años
    —Jamás.

    Las facciones de McKenna relumbraban por la mezcla de esfuerzo y emoción.

    —Nada en la vida se puede comparar con lo que yo siento por ti. Eres lo único que deseo, lo único que necesito en el mundo… y eso no cambiará nunca. —Gimió con violencia al alcanzar el largo e intenso orgasmo—. Dios… dime que lo sabes… dímelo…

    —Lo sé —susurró Aline—. Te quiero.
  • Elena Herpercompartió una citahace 3 años
    —Jamás dudes de mi amor —le dijo con voz entrecortada.
  • Elena Herpercompartió una citahace 3 años
    McKenna asió su muslo derecho y, con cuidado, modificó la posición de su rodilla para que la piel cicatrizada no le hiciera daño.

    Perpleja, Aline llevó una mano a la cara de él y acarició la mejilla bien afeitada. El momento era tan tierno, tan dulce, que lágrimas caían de sus ojos.

    —McKenna… Nunca me había atrevido a imaginar algo así.

    Él entrecerró los párpados y apretó la frente contra la de ella.

    —Yo, sí —respondió con voz ronca—. Miles de noches he soñado con hacer el amor contigo. Ningún hombre en el mundo ha odiado las mañanas tanto como yo. —
  • Elena Herpercompartió una citahace 3 años
    —No tienes que hacer eso —dijo Aline con voz acobardada—. Preferiría que no… De veras, no necesitas demostrar…

    —Cállate —repuso él con ternura y siguió besándole las piernas, aceptando sus cicatrices como ella jamás había podido aceptarlas por sí misma. La tocó por todas partes, acariciando y mimando su carne vergonzosa—. Todo está bien —murmuró y tendió una mano para acariciar su vientre tenso con suaves movimientos circulares—. Te quiero. A ti entera. —Recorrió con el pulgar el pequeño óvalo de su ombligo y mordisqueó con dulzura la delicada piel en la cara interior de sus muslos—. Ábrete —susurró y ella se ruborizó intensamente—. Abre —insistió McKenna, llevando sus besos de terciopelo más arriba.
  • Elena Herpercompartió una citahace 3 años
    —Te necesito —dijo ella, apenas capaz de articular las palabras.

    Los dedos húmedos de McKenna acariciaron la tensa línea de su cuello.

    —Sí, lo sé. Y, cuando finalmente te permita abandonar esta cama, sabrás exactamente cuánto te necesito yo. Conocerás todas las maneras en que te necesito… y sabrás cuán completamente me perteneces. —McKenna la levantó en brazos y la depositó en la cama, sobre las sábanas de lino recién planchado. Vestido todavía, se inclinó sobre su cuerpo desnudo. Agachó la cabeza, y Aline sintió que sus labios rozaban su rodilla.

    Era el último lugar donde deseaba sentir su boca, sobre la más fea de las cicatrices
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