—¡Pero a Piotr lo incitaron! —exclamó Kate—. No fue culpa suya si tuvo que golpear a Edward.
—Cierto —coincidió Piotr asintiendo con la cabeza.
—En cualquier caso… —intervino la tía Thelma.
—Claro, ¿qué vas a decir…? —le espetó Bunny a Kate—. ¿Cómo vas a admitir que Pioter ha hecho algo mal? Es como si te hubiese convertido en una zombi. «Sí, Pioter; no, Pioter»; lo sigues por ahí medio alucinada. «Lo que tu digas, Pioter; haré todo lo que quieras, Pioter; pues claro que me casaré contigo, Pioter, aunque lo único que busques sea una solterona estadounidense.» Y luego te presentas tardísimo a tu propio banquete de bodas, y ni siquiera os tomáis la molestia de arreglaros, y venís con la ropa sucia y arrugada como si hubieseis pasado la tarde besuqueándoos. Es repugnante. Cuando me case no me verás sometiéndome así.
Kate se puso en pie y dejó la servilleta a un lado.