Agua para beber y agua para contemplar en su fondo ondeante, no nuestros rostros interrogantes sino un paisaje que se entrelaza y desenlaza en vibraciones y centelleos: mujeres, hombres, niños, burros, bueyes, vacas, nubes, un árbol llameante en un llano quemado —el tiempo y sus apariciones. Agua de la memoria.