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Josep Guijarro

Coincidencias Imposibles

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  • Ayskelcompartió una citahace 6 años
    Conclusión: Dios juega a los dados y, a veces, obtiene
    malas jugadas.
    Y es que hay veces que el destino nos depara sorpresas que resultan difíciles
    de catalogar, como la increíble historia de Sonny Graham, que recibió un corazón
    de otro, víctima de un suicidio, y se quitó la vida de la misma manera.
    Sucedió en 1995, cuando Graham estaba al borde de la muerte a causa de
    una insuficiencia cardíaca congestiva. Le quedaban seis meses de vida cuando
    recibió una llamada de la Universidad de Medicina de Carolina del Sur,
    anunciándole que el corazón de un joven de treinta y tres años de edad estaba
    disponible para él. El trasplante fue un éxito.
    Tras recuperarse de la operación, conoció por internet a Cheryl Johnson, una
    joven madre con cuatro hijos con la que empezó una larga relación epistolar que
    culminaría en boda, unos meses después. Ambos se trasladaron a vivir a Vidalia
    (Georgia, EE. UU.).
    Pues bien, resultó que Cheryl era la viuda del donante. Terry Cottle —así se
    llamaba éste— se había suicidado pegándose un tiro. Primera coincidencia. La
    segunda, aún más impactante, es que doce años después del trasplante, Graham
    fue hallado muerto en el garaje de su casa. Se había pegado un tiro en la garganta,
    con sesenta y nueve años de edad y sin que presentara síntomas de depresión ni
    nada parecido. Cheryl se enamoró del mismo corazón dos veces y en ambas la dejó
    viuda, suicidándose…
  • Luis Daniel Vargas Florescompartió una citahace 5 años
    la

    Catedral de Cristal, una impresionante obra del arquitecto Philip Johnson
  • Luis Daniel Vargas Florescompartió una citahace 5 años
    «Si algo tiene la posibilidad de salir mal, saldrá mal». Esta regla genera cierta
  • Luis Daniel Vargas Florescompartió una citahace 5 años
    historia de la ciencia está llena de avances «por casualidad». Reciben el

    nombre de serendipias y parecen dejar entrever un plan para el avance de la

    humanidad
  • Luis Daniel Vargas Florescompartió una citahace 5 años
    En su libro Please Explain, el genio de la ciencia ficción Isaac Asimov hace

    notar que muy a menudo dos o más científicos realizan el mismo descubrimiento

    simultáneamente. Es el caso del cálculo diferencial e integral, descubierto al mismo

    tiempo por Newton y
  • Luis Daniel Vargas Florescompartió una citahace 5 años
    Otras tienden a ordenar nuestra concepción de la realidad. En 1906, a bordo

    del Grosser Kurfurst, un navío que viajaba de Bremen (Alemania) a Nueva York,

    tuvieron lugar varios alumbramientos. Un niño nació en primera clase, un par de

    gemelos en segunda y unos trillizos en tercera clase. Sorprendente, ¿verdad?
  • Ayskelcompartió una citahace 6 años
    Eso es lo que hace la patafísica, un palabro que deriva del griego y que
    podría traducirse como la ciencia de lo que se sobreañade a la metafísica.
    La primera vez que leí el término patafísica fue en el Boletín Oficial de la
    Facultad de Ciencias Inútiles (BOFCI), al que llegué —como no podía ser de otro
    modo— por «casualidad». Bajo este divertido epígrafe, Josep Maria Albaigès
    recopila en internet una serie de «casualidades» personales y otras históricas de
    una «cátedra de lo imposible» fundada por Mariano Nieto Viejobueno, para
    preguntarse a continuación si la coincidencia es una anomalía del universo o por el
    contrario constituye su propia esencia. Que cada cual elija lo que quiera, pero en
    todo caso ahí está la patafísica, una «ciencia» destinada al estudio de lo irrepetible.
    En su definición —ésta no es coña—, la patafísica es la ciencia de las
    soluciones imaginarias, que atribuye simbólicamente a los lineamentos las
    propiedades de los objetos explicados por su virtualidad. Por consiguiente,
    estudiará las leyes que rigen las excepciones; explicará el universo suplementario
    al nuestro y describirá una nueva realidad que se puede ver, y que quizá se deba
    ver, en lugar de la tradicional. La patafísica también dará cuenta de las leyes que se
    creyó descubrir en ese universo como correlaciones a su vez de excepciones,
    aunque más frecuentes, en todos aquellos casos de hechos accidentales que, al
    reducirse a excepciones poco excepcionales, no tienen la atracción de la
    singularidad.
    En una coincidencia fortuita, la coexistencia de dos fenómenos insinúa un
    vínculo causal entre ellos. El disco lunar, por ejemplo, tiene a simple vista el mismo
    tamaño que el Sol en el firmamento, pero sabemos que nuestro satélite es
    cuatrocientas veces más pequeño que el astro rey. El hecho de que la Luna esté
    cuatrocientas veces más cerca que el Sol de nuestro planeta Tierra genera una
    hermosa coincidencia: un eclipse. ¿Es relevante esta «casualidad»? Tanto para un
    científico como para el individuo más supersticioso lo es, desde luego. Esa
    configuración tiene un efecto sobre nuestro planeta y, aunque en el terreno
    supersticioso, también la tiene para el más común de los mortales.
  • Ayskelcompartió una citahace 6 años
    La extraña historia de McLean
    En 1861, estallaba en EE. UU. la guerra civil americana. Un caballero de
    Virginia, Wilmer McLean, se sentía demasiado viejo y enfermo para luchar pero,
    por azares del destino, estaba lejos de librarse del conflicto y cerca de entrar en los
    libros de historia. Resultó que vivía en Manassas, entre Washington, D. C., y
    Richmond, Virginia, las capitales de la Unión y los confederados, respectivamente.
    De hecho, la primera batalla tuvo lugar prácticamente en la puerta de su
    casa. La Primera Manassas (nombre empleado por las fuerzas confederadas),
    conocida también como batalla de Bull Run, se libró el 21 de julio de 1861. No
    querías té… pues toma dos tazas, porque en su búsqueda de un cuartel general, el
    mando confederado, capitaneado por P. G. T. Beauregard, dio con la casa del señor
    McLean. Se conoce que le pareció adecuada, y en ella hizo acampar a todos sus
    hombres. La consecuencia no podía ser más trágica; el hogar de McLean fue blanco
    de artillería de los unionistas, que lo redujeron a cenizas. Balance del lado
    confederado: 387 muertos, 1 582 heridos y trece desaparecidos.
    Por fortuna para el señor Wilmer McLean, ni él ni su familia se encontraban
    entre las bajas, así que lo más inteligente fue mudarse, aunque para su desgracia
    no lo suficientemente lejos. Un año más tarde, en 1862, tenía lugar en «su jardín» la

    segunda batalla de Bull Run, cuatro veces peor que la anterior. De nuevo sin hogar,
    McLean no tuvo más remedio que escapar con su familia y se asentó en Clover
    Hill, también en el estado de Virginia. Esta ciudad cambiaría su nombre, más
    tarde, por el de Appomattox Court House.
    En 1865, el ejército de Robert E. Lee estaba siendo aplastado en Richmond
    por el general unionista Ulysses S. Grant. Los confederados no tuvieron más
    remedio que entregar la ciudad y huir. Pero Grant no se lo pondría fácil, les
    perseguiría por todo Virginia hasta… ¿adivinas? Appomattox Court House, el
    nuevo hogar de McLean.
    El hombre que no quiso participar en la guerra entraba definitivamente en
    los libros de historia, porque el 9 de abril de 1865, el general Lee firmaba la
    rendición ante Ulysses S. Grant, en el salón de la casa de McLean. ¡Qué fuerte!
    Dos años después, incapaces de hacer frente a los pagos de la hipoteca,
    McLean y su familia vendieron la propiedad y volvieron a su casa de Manassas,
    bueno, en realidad sólo quedaba la parcela. Entonces declaró: «La guerra empezó
    en mi jardín delantero y terminó en mi salón», lo cual es, sin duda, la forma más
    elegante en la que un hombre puede soportar el tener la peor suerte de la historia
    de EE. UU.
  • Ayskelcompartió una citahace 6 años
    Hay una gafe de las embarcaciones y se llama Violet. Tenía veintitrés años
    cuando consiguió un trabajo de camarera a bordo del RMS Olympic. Mientras
    servía la cena a los viajeros de clase alta británica, el Olympic colisionó con un
    buque de guerra, el HMS Hawke. Por suerte, sólo se inundaron dos
    compartimentos y nadie salió herido en el percance. Pero debió ser una
    advertencia de lo que el destino le reservaba, porque en 1912 Violet trabajaba a
    bordo del célebre Titanic, y todos conocemos lo que le pasó al famoso crucero.
    Violet salvó de nuevo la vida y siguió embarcándose. En 1916, viajaba en el
    HMHS Brittanic cuando el buque chocó con una mina y se hundió en el mar. Como
    supongo que la experiencia es un grado, la mujer logró saltar hacia los botes
    salvavidas y llegó a tierra firme sana y salva.
    Como ves, los gafes se relacionan íntimamente con la serialidad, ¿recuerdas
    la teoría de Kammerer? Pues eso, actúan como imanes de la mala suerte y, como
    verás, esta misteriosa atracción también afecta a los objetos.
    Entre 1786 y 1787 tuvo lugar en el centro y el oeste de Massachusetts la
    llamada Rebelión de Shays. Las dificultades económicas derivadas de la depresión
    de la postguerra, la escasez de crédito por falta de divisas y la excesiva presión
    fiscal del gobierno norteamericano fueron el caldo de cultivo de una revuelta
    armada. En ese contexto, Jabez Spicer murió de dos balazos el 25 de enero de 1787,
    durante un ataque al arsenal federal de Springfield. Llevaba puesta la misma
    casaca que su hermano Daniel, fallecido tres años antes de dos balazos. Aunque
    resulte increíble, los proyectiles que mataron a ambos hermanos penetraron ¡por
    los mismos agujeros!
  • Ayskelcompartió una citahace 6 años
    El ruso había entrenado muchas veces con ordenadores a lo largo de su
    carrera, y sabía cómo jugaban. Por eso ganó el match de 1996 y la primera partida
    de 1997. Pero hubo algo en esa sesión que turbó al maestro ajedrecista. El
    supercomputador realizó una jugada muy rara, muy «humana», al menos para
    Kaspárov: movió una torre a una posición completamente carente de sentido
    cuando podría haber hecho un jaque al rey. Una jugada que era en esencia un pase
    de turno, para un turno después abandonar el juego.
    Aquella noche el ajedrecista no pegó ojo. Se quedó obsesionado con la
    jugada del computador. De acuerdo con su análisis, de haber continuado la jugada
    de forma convencional, ésta hubiera llevado a un jaque mate para Kaspárov, una
    situación que se produciría veinte movimientos después. Es como si la máquina
    hubiera aprendido, como si se tratara de un bug, un error informático. ¿Puede
    pasar algo así con las coincidencias?
    De todos es conocido que en la segunda partida la máquina pudo con el
    hombre. El campeón abandonó la partida después del movimiento 45 porque,
    entre otras cosas, Deep Blue era capaz de calcular doscientos millones de
    posiciones por segundo. Siguiendo con este ejemplo, no sé si «Dios» conoce de
    antemano todos los movimientos de nuestra vida o si una «fuerza» desconocida
    amolda la realidad que nos circunda para ir a parar al jaque mate previsto, pero
    tanto si es un ser numinoso como si se trata del orden cósmico natural, no deja de
    resultar inquietante y significativo.
    Por esa razón pienso que es injusto negar la trascendencia de las
    coincidencias porque, por muy racional que uno quiera ser, si sueña que el coche
    de su amigo tiene un accidente y por la mañana se entera de que éste ha sucedido
    realmente, resulta muy difícil sustraerse a la posibilidad de que «algo» le envió un
    aviso o que existía cierta telepatía entre ellos. Ante un hecho de estas características
    un matemático pierde la partida porque, aun llegando al acontecimiento vía
    probabilidad, no podría dar respuesta al significado personal que dimana de la
    coincidencia. Por esa razón la espiritualidad se convierte en un instrumento
    importante de las «causalidades», porque ofrece el tipo de respuesta subjetiva que
    permite que sucesos convergentes cobren un significado pleno.
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