La extraña historia de McLean
En 1861, estallaba en EE. UU. la guerra civil americana. Un caballero de
Virginia, Wilmer McLean, se sentía demasiado viejo y enfermo para luchar pero,
por azares del destino, estaba lejos de librarse del conflicto y cerca de entrar en los
libros de historia. Resultó que vivía en Manassas, entre Washington, D. C., y
Richmond, Virginia, las capitales de la Unión y los confederados, respectivamente.
De hecho, la primera batalla tuvo lugar prácticamente en la puerta de su
casa. La Primera Manassas (nombre empleado por las fuerzas confederadas),
conocida también como batalla de Bull Run, se libró el 21 de julio de 1861. No
querías té… pues toma dos tazas, porque en su búsqueda de un cuartel general, el
mando confederado, capitaneado por P. G. T. Beauregard, dio con la casa del señor
McLean. Se conoce que le pareció adecuada, y en ella hizo acampar a todos sus
hombres. La consecuencia no podía ser más trágica; el hogar de McLean fue blanco
de artillería de los unionistas, que lo redujeron a cenizas. Balance del lado
confederado: 387 muertos, 1 582 heridos y trece desaparecidos.
Por fortuna para el señor Wilmer McLean, ni él ni su familia se encontraban
entre las bajas, así que lo más inteligente fue mudarse, aunque para su desgracia
no lo suficientemente lejos. Un año más tarde, en 1862, tenía lugar en «su jardín» la
segunda batalla de Bull Run, cuatro veces peor que la anterior. De nuevo sin hogar,
McLean no tuvo más remedio que escapar con su familia y se asentó en Clover
Hill, también en el estado de Virginia. Esta ciudad cambiaría su nombre, más
tarde, por el de Appomattox Court House.
En 1865, el ejército de Robert E. Lee estaba siendo aplastado en Richmond
por el general unionista Ulysses S. Grant. Los confederados no tuvieron más
remedio que entregar la ciudad y huir. Pero Grant no se lo pondría fácil, les
perseguiría por todo Virginia hasta… ¿adivinas? Appomattox Court House, el
nuevo hogar de McLean.
El hombre que no quiso participar en la guerra entraba definitivamente en
los libros de historia, porque el 9 de abril de 1865, el general Lee firmaba la
rendición ante Ulysses S. Grant, en el salón de la casa de McLean. ¡Qué fuerte!
Dos años después, incapaces de hacer frente a los pagos de la hipoteca,
McLean y su familia vendieron la propiedad y volvieron a su casa de Manassas,
bueno, en realidad sólo quedaba la parcela. Entonces declaró: «La guerra empezó
en mi jardín delantero y terminó en mi salón», lo cual es, sin duda, la forma más
elegante en la que un hombre puede soportar el tener la peor suerte de la historia
de EE. UU.