Amor

Tú piensas en el dolor, nada más creyendo que el dolor no tiene también sus bemoles

Los capítulos más importantes, según lo que recuerdo, son: 1) el de la escultura griega; 2) el del comienzo del Renacimiento italiano; 3) el que habla sobre Leonardo, Miguel Ángel y Rafael; 4) el del Renacimiento holandés con Rubens y Rembrandt; y 5) el del español con Velázquez. De los griegos, m´hijita, préstales mayor atención a Fidias, Praxíteles, Escopas y Lisipo.

No olvides a los ingleses Reynolds y Gainsborough. De los franceses, ya que son tantos, piensa en Watteau, Fragonard, Greuze (que a ti te va a encantar y con razón), Chardin (que me encanta a mí), Corot, Millet, Meissonier, los impresionistas (nos gustarán a los dos) y Proudhon.

Diré más: ve lo que en el mundo halle de interesante y digno de ser vivido, a través de dichos autores, y su propio mirar rudimentario lo guarda tan solo para todos aquellos hechos que no alcanzan a remover ninguna fibra de su ser. Por lo tanto: mientras más un joven literato pida ayuda y colaboración de sus maestros, más el acto que describe le ha emocionado y subyugado. Es un movimiento de espontánea sinceridad en el poeta adolescente aquel que tiende a unir en un solo grito el amor por una dama y los resplandores de sus antepasados literarios.

descripción empieza así, oiga usted: “No puedo recordar cómo, ni cuándo, ni aun por qué, me enamoré de María…”— luego fue a mi biblioteca, buscó un libro y en él leyó:— “No puedo recordar cómo, cuándo o siquiera dónde, hice el conocimiento de Lady Ligeia…”. Así empieza Edgardo Poe su cuento —agregó—. No es esto todo. Dice Juan más adelante: “¡María, María! ¡Yo te invoco! Deja que a ese llamado mis ojos se humedezcan y afluyan a mi memoria mil tumultuosos recuerdos…”. Compare usted esa frase con la siguiente del mismo Poe: “¡Berenice! ¡Invoco tu nombre! ¡Berenice!

Todo lo he olvidado, todo. Solo una visión persiste nítida en mi memoria, la visión del momento en que comprendí que mi corazón ya no era mío.

Pasó largo tiempo sin preocuparse de ninguna faena cerebral.

un crimen de lesa literatura

Pero nuestro héroe era un muchacho de extrema sensibilidad y muy bien comprendía que si toda concepción está llena de goces, todo parto es, en cambio, doloroso. Por eso junto con concebir, su inteligencia se aguzaba y su habilidad se ponía en juego para burlar y retardar el parto, evitando así la molesta sensación de remordimiento. Le era menester, para no turbar su santa paz, concebir y concebir siempre, mas al mismo tiempo hallar una causa “justificada” que relegara para más tarde la realización de la obra.

“en todas partes hay música cuando se tienen oídos”

¡Espolear la imaginación hasta el delirio!