Libros
Lionel Dumarcet

El caso Mata-Hari

Nacida en los Países Bajos, Margaretha Zelle se casó siendo muy joven con un oficial de las Indias holandesas, al que siguió poco después a las colonias. La estancia en Indonesia la dejó marcada y resaltó su sensualidad; cuando regresó a Europa, se inventó un pasado de bailarina oriental y decidió ejercer su arte en París. Así, se convirtió en la estrella indiscutible de la Ciudad de la Luz, ligeramente vestida y bajo el nombre de Mata-Hari («ojo del día», en malayo). París entero se lanzó a aplaudir su danza de la serpiente y su strip-tease de homenaje al dios Siva, pero su fulgor no iba a durar mucho. En el transcurso de la Primera Guerra Mundial, Margaretha fue detenida como sospechosa de espionaje a favor de Alemania y en 1917 fue condenada a muerte. Los disparos del pelotón de fusilamiento acabaron con la carrera de la bailarina y el personaje de Mata-Hari se convirtió en leyenda. ¿Fue Mata-Hari una espía o una víctima de la histeria colectiva que atenazaba los corazones de aquella época turbulenta? Lionel Dumarcet ha recuperado para nosotros la tumultuosa historia de la «espía» más famosa de todos los tiempos.
161 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Parkstone International
Publicación original
2012
Año de publicación
2013
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Citas

  • Ирина Осипенкоcompartió una citahace 4 años
    Con ganas de escribir un nuevo capítulo de su historia, esa misma noche telefoneó al capitán Denvignes al Palacio de Orsay. No la conocían. Mata-Hari no perdió la esperanza, como lo explicaría en el interrogatorio del 1 de marzo:

    Después de muchas dificultades, telefoneé al Ministerio de la Guerra donde me dieron la misma respuesta. Cansada de la guerra, me vestí y fui a comprobarlo por mí misma. Me presenté en el número 282 del bulevar Saint Germain. Pregunté a los guardas que estaban en la entrada y me dijeron que ellos no conocían a ningún coronel Denvignes. Yo les supliqué que hicieran venir a algún oficial. Vino entonces un sargento o capitán, mayor que yo, quien se limitó responderme: «Ah, sí, el agregado militar, pero se va esta misma noche a Madrid».

    Como quería ver al coronel a toda costa, me desplacé a las 9 hasta la estación de Orsay. Pero el revisor me impidió la entrada en los andenes.

    Me dirigí entonces al despacho de los controladores de la compañía de coches cama, y allí escribí una pequeña nota para el coronel, en la que le decía que deseaba verle urgentemente y le pedía que me esperara en la puerta del vagón de la estación de Austerlitz, donde sí pude acceder al andén con un billete de cercanías.
  • Ирина Осипенкоcompartió una citahace 4 años
    Había adquirido la costumbre de instalarse en el mejor hotel de la ciudad cuando llegaba a algún lugar, y esta no sería una excepción. Así que se instaló en el Victoria. Eso fue lo primero que hizo
  • pedroinfantecompartió una citahace 6 años
    libertad... El acusado de un juicio no puede ser juzgado dos veces, ni siquiera
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