Podemos ver esta vibración del tiempo en Van Gogh, moviéndose en la energía del color. Se mueve en círculos (no líneas) que se expanden con una suerte de inevitabilidad biológica, como la metáfora recurrente de Mimnermo de la juventud humana como una planta en flor o una fruta. Estas plantas crecen como lo hace la luz, pues su vida es un largo día «que no conoce el bien ni el mal» (fr. 10) hasta que el sol se pone sobre el horizonte y todo queda a oscuras. No emplea las palabras propias de la oscuridad, sino que sustituye acontecimientos: la muerte, la vejez, la pobreza, la ceguera, las habitaciones vacías, la mente anulada. Es como si la oscuridad se inventara estos males, que se presentan sin más razón que el que la luz haya desaparecido. Al pasar del sol a la sombra en sus poemas, sentimos cómo el contraste nos recorre la nuca como si fuera agua helada. «Y entonces morir cuanto antes es mejor que vivir»