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Libros
Juan Pablo Villalobos

Yo tuve un sueño

Las historias de diez niños centroamericanos que emigraron ilegalmente a Estados Unidos. Una crónica de una espectacular fuerza literaria.

«Yo tengo un sueño», dijo Martin Luther King en su célebre discurso sobre la igualdad racial pronunciado en 1963. Yo tuve un sueño se titula este libro sobre otros sueños americanos del siglo XXI: los de los inmigrantes que cruzan sin papeles la frontera entre México y Estados Unidos. Juan Pablo Villalobos cuenta aquí diez historias centradas en los más vulnerables: los niños. En 2016, el autor entrevistó en Nueva York y Los Ángeles a diez inmigrantes que habían entrado en Estados Unidos entre 2011 y 2014 para reunirse con sus familias. Cuando cruzaron la frontera tenían entre diez y diecisiete años y procedían de Honduras, El Salvador y Guatemala. Este es un «libro de no ficción, aunque emplea técnicas narrativas de la ficción para proteger a los protagonistas», y pretende dar voz a quienes no la tienen, poner rostro a las frías cifras de las estadísticas y contar las historias personales que hay detrás de las escuetas noticias. Sus páginas hablan de pobreza, miedo, explotación, violencia, pandilleros, sicarios, calabozos, familias separadas, un tren al que llaman la Bestia..., pero también de esperanza, entereza y dignidad.
88 páginas impresas
Publicación original
2018
Año de publicación
2018
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Opiniones

  • Olivia Armenta Verdugocompartió su opiniónhace 4 años
    👍Me gustó
    🔮Profundo
    💡He aprendido mucho

    Un libro muy necesario para entender uno de los fenómenos sociales más crudos, cómo la migración de menores centroamericanos a los Estados Unidos.

  • Marco Moracompartió su opiniónhace 4 años
    👍Me gustó

    Son una serie de testimonios de niños centroamericanos tratando de llegar a EUA. Las historias naturalmente son inverosímiles y muy crudas. Pero todo esto va acompañado de buenas narraciones.

  • Cleo Letrascompartió su opiniónhace 6 años
    👍Me gustó
    💡He aprendido mucho

    Juan Pablo Villalobos logra darle vida narrativa al testimonio de niños centroamericanos que en busca de un sueño cruzan la frontera. Entre el argot y las realidades de una sociedad secuestrada por la violencia de los pandilleros, la ternura e inocencia de estos niños resuena en las páginas de “Yo tuve un sueño”. ¿Y cuál es el sueño de estos niños? ¡Simplemente vivir!
    Recomiendo 👌🏾

Citas

  • Rocio Alcantaracompartió una citahace 4 años
    Hoy me dejaron hablar por teléfono con mi mamá. Ella me dijo que me estuviera tranquilo, que iba a mandar los papeles que le pidieron para ver si podía irme con ella a Los Ángeles. Que iba a tardar unos días, porque tenía que juntar los papeles y enviarlos. Pero que me estuviera tranquilo, que no me preocupara, me dijo varias veces. Yo conozco muy bien la voz de mi mamá y sé que ella está preocupada. Se oía como que iba a ponerse a llorar. Su voz es lo único que conozco bien. La voz de mi mamá la conozco desde chiquito, pero solo la voz, porque cuando ella se vino a los Estados Unidos yo nomás tenía seis meses. Quizá me dejen ir con ella si saben que no la conozco. Que solo conozco su voz. Eso no es normal
  • Zalvecompartió una citael año pasado
    Mi tía me puso una inyección antes de que me viniera –dice de pronto la muchacha, como si lo hubiera estado pensando mucho tiempo–. Por si me pasaba algo, para que no me quedara embarazada.
  • Zalvecompartió una citael año pasado
    Me acuerdo de un señor que se cayó al agua cuando cruzamos el río –le digo a la muchacha–. Veníamos en la lancha, nos cruzaron y nos dijeron que teníamos que bajar ligero y salir corriendo para el otro lado. Y el señor no se podía bajar, aunque no estaba tan anciano, entonces lo bajaron y lo tiraron al agua. Se mojó todo y lo dejaron ahí. Nadie lo ayudó, porque no te puedes quedar mucho tiempo ahí en la orilla. Salimos corriendo, no nos dijeron adónde teníamos que ir, nos metimos como a una montaña, llena de árboles, no había camino, tenías que ir abriendo el camino. Estaba todo oscuro, nadie llevaba lámparas ni nada, nos dijeron que no teníamos que llevar nada. Éramos como treinta personas, había muchachas embarazadas, niños tiernitos, no encontrábamos la salida. Venía un niño llorando. Tuvimos que regresar y agarrar otro camino. Vi que una señora llevaba una botella de agua y le pregunté si me podía compartir y ella me negó el agua, me dijo que tenía que guardarla para ella. Eso no se me ha olvidado, que me negara el agua. A lo lejos vimos unas luces y caminamos hacia allá. La verdad, no tenía la menor idea de qué teníamos que hacer, para dónde teníamos que agarrar, nada. De repente apareció el carro. Era la policía

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