Diario de la pandemia

Revisito la idea de la literatura como resistencia. Me parece que ahora la literatura es refugio, posibilidad y certezas. Todo esto ya había pasado en nuestras lecturas pobladas de plagas y pestes. Por eso tengo un espacio sólo mío que me proporcionan los libros leídos, sé vivir en un bestiario. Converso con Úrsula Iguarán y con La tres-veces-rubia y les pregunto cómo mantuvieron sus rutinas y su calma. Ellas me lo cuentan.

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El virus nos obliga a vivir con lo indispensable: la gente que amas. El espacio preciso

Tu familia es esa gente con la que no hace falta hablar de cosas interesantes.

El virus nos obliga a vivir con lo indispensable: la gente que amas. El espacio preciso. La comida que puedes hacer con tus propias manos. Y resulta que la cultura forma parte de ello.

A veces tienes grandes ideales y la vida te hace una putada, de verdad.

Estamos olvidando el rostro humano oculto tras la máscara.

Si el encierro es el infierno, en sociedades tan inequitativas como las de América Latina, también es un privilegio.

Una casa de lujo desde la que grabas tutoriales.

Mientras, esperamos. Esperamos la lluvia y la justicia, esperamos pasar la pandemia sin un solo caso, pero esperamos también la posibilidad.

Un virus en un “aquí” donde habitamos todos, este “aquí” ancho, amplificado, que se ha estirado sobre la ladera de la montaña y que permanece expectante. Que no suceda.