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Lisa Kleypas

Esposa Por La Mañana

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  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    —¿Habéis decidido cómo se llamará? —preguntó Amelia.
    —Emmaline.
    —Un nombre francés; es muy bonito. —Por alguna razón, Amelia no pudo evitar reír levemente—. ¿Cómo le hubieseis puesto si hubiera sido niño?
    —Edward.
    —¿Como papá? Qué encantador. Pues me parece que le va a sentar muy bien.
    —¿A quién? —preguntó Leo, que seguía ensimismado con su hija.
    Amelia tomó el rostro de su hermano con la mano y lo guio hacia la puerta, donde Win les estaba mostrando otro pequeñín a Merripen, Cam y Beatrix.
    A Leo se le pusieron los ojos como platos.
    —Dios mío. ¿Gemelos?
    Cam se acercó a él con una sonrisa de oreja a oreja dibujada en el rostro.
    —Felicidades; es un niño precioso. Se puede decir que has entrado en la paternidad con ganas, phral.
    —Has tenido a tu heredero justo a tiempo —agregó Beatrix—, ¡solamente quedaba un día!
    —Un día, ¿para qué? —preguntó él, confuso, devolviéndole la niña a Amelia y tomando en brazos a su hijo. Entonces, contempló su carita y se enamoró por segunda vez aquel día. Era demasiado para su abrumado corazón.
    —Para que caducara la cláusula por la cual podías perder la casa, ¿para qué si no? —contestó Beatrix—. Ahora, podremos quedarnos con ella.
    —No puedo creer que pienses en eso en un momento como éste —le reprochó Leo.
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    Tengo que preguntarte algo, Marks.
    Ella se incorporó de inmediato, dejando que Dodger se le enroscara en el cuello.
    —Ya no recuerdo si se trata de la quinta o la sexta proposición de matrimonio —señaló él.
    —Tan sólo la cuarta.
    —Te lo volví a pedir ayer. ¿Cuentas ésa?
    —No; en realidad, más que «cásate conmigo», lo de ayer fue más como «haz el favor de bajarte del techo».
    Leo enarcó una ceja.
    —Tienes toda la razón. Seamos serios, pues —dijo.
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    —Mi hermano mayor —susurró—. Otra vez has venido a buscarme.
    Catherine sintió la sonrisa de Rutledge contra el pelo.
    —Y lo haré las veces que haga falta —respondió él, levantando la vista y mirando a Leo con arrepentimiento—. Será mejor que te cases con él, Cat. Un hombre dispuesto a hacer esto por ti merece la pena.
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    —Ya voy —dijo.
    —Despacio —le advirtió Leo, sosteniendo la cuerda con fuerza mientras observaba atentamente los pies de Catherine, pequeños y desnudos—. Hazlo exactamente igual que antes.
    Ella iba progresando centímetro a centímetro, con la espalda pegada a la pared.
    —La verdad es que no me acuerdo de cómo he llegado hasta aquí —reconoció, sin aliento.
    —Bueno, pero no mires para abajo.
    —De todas formas, no puedo ver.
    —Mejor así. Sigue avanzando —la conminó él.
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    —¿Lo dice en serio? —preguntó.
    —Hablaremos de eso más tarde —replicó Leo, que estaba sentado a horcajadas en el alféizar de la ventana, agarrándose del marco—. Por el momento, quiero que te sostengas del lado de la casa y pongas el pie en la cornisa; con cuidado.
    —¿Lo dice en serio? —repitió ella.
    Leo no daba crédito.
    —Por el amor de Dios, Marks, ¿tienes que hacer gala de tu testarudez justo en este momento? ¿Acaso quieres que me declare delante de un coro de prostitutas?
    Catherine asintió con la cabeza enérgicamente.
    —¡Vamos, cariño, díselo! —exclamó una de las chicas.
    Las demás siguieron su ejemplo, entusiasmadas.
    —¡Venga, querido!
    —¡Ánimo, guapo!
    Harry, que estaba justo detrás de Leo, sacudía la cabeza lentamente.
    —Si tiene que servir para que se baje del techo, díselo, maldita sea.
    Leo se estiró todo lo que pudo.
    —Te amo —dijo escuetamente. Entonces se fijó en la imagen menuda y trémula de Catherine, y notó que le subían los colores y que su alma se abría con una emoción más profunda de la que jamás habría imaginado que residía en su interior—. Te amo, Marks. Mi corazón te pertenece por completo; y, por desgracia, todo lo demás también. —Hizo una pausa, esforzándose por encontrar las palabras adecuadas, que, si bien solían salirle con tanta facilidad, en aquella ocasión cobraban una trascendencia particular—. Ya sé que no soy un buen partido, pero te suplico que, aun así, me aceptes. Porque quiero hacerte tan feliz como tú me haces a mí. Quiero que construyamos una vida juntos. —Le costaba mantener el tono de voz firme—. Por favor, Cat, ven conmigo, porque no podría vivir sin ti. No tienes que amarme si no quieres, ni ser mía. Tan sólo déjame ser tuyo.
    —Oooh... —suspiró una de las prostitutas.
    Otra se enjugó los ojos.
    —Si ella no se lo queda —anunció, sorbiéndose las lágrimas—, ya lo haré yo.
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    Dios, cuánto te amo. —Cuando vio la soga alrededor del torso de Catherine, por encima de sus pechos y bajo los brazos, Leo suspiró aliviado, y le entregó el otro extremo de la cuerda a Harry—. No lo sueltes.
    —Descuida —contestó Rutledge, atándose el cabo alrededor de la cintura.
    Leo volvió a centrar su atención en Catherine, quien le decía algo con el ceño fruncido.
    —¿Qué pasa, Marks?
    —No tendría que haber dicho eso.
    —¿Decir qué?
    —Que me ama.
    —Pero es la verdad.
    —No es cierto. Oí que le decía a Win que... —Catherine hizo una pausa, tratando de recordar—. Que solamente se casaría con una mujer que estuviera seguro de no amar.
    —Suelo decir estupideces a menudo —alegó Leo—. Nunca se me ha ocurrido que nadie pueda tomarme en serio.
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    —Es usted incorregible —dijo.
    Leo puso cara de circunstancias.
    —Bésame y me comportaré.
    Ella suspiró, exasperada.
    —¿Justo ahora, que Poppy y el ama de llaves están aquí cerca?
    —No se darán cuenta. Están enfrascadas en una apasionante charla acerca de las toallas del hotel —contestó él, bajando la voz—. Sólo te pido un besito. Aquí —dijo, señalando la mejilla.
    Quizá fuese porque, mientras la provocaba, Leo parecía un adolescente, y sus ojos azules brillaban con picardía. El caso es que, al mirarlo, Catherine fue asaltada por una nueva y extraña sensación, un aturdimiento cálido que invadió cada centímetro de su cuerpo. Se inclinó hacia delante y, en lugar de besarlo en la mejilla, lo hizo directamente en la boca.
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    —Milord —susurró Catherine, ruborizándose ligeramente—. Contrólese; no se olvide de dónde estamos.
    —Lo que no he olvidado es cada detalle de tu cuerpo. De hecho, es probable que vuelva a dibujarte desnuda. Pues cada vez que tengo un lápiz en la mano, la tentación resulta abrumadora.
    —Me prometió no volver a hacerlo —le recordó ella, tratando de ponerse seria.
    —Es que mi lápiz tiene voluntad propia —alegó él con gravedad.
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    —No suelo ser corto de entendederas —dijo él—, pero, ¿de qué demonios estaban hablando?
    —De la señorita Darvin, supongo —contestó ella, sentándose en el regazo de su marido, y le pasó los brazos por detrás del cuello—. Está embarazada y pretende casarse con Leo.
    —Ah. —Harry apoyó la cabeza en el respaldo de la silla, haciendo una mueca—. Ya veo. Leo está aprovechando la situación para forzar a Catherine a tomar una decisión.
    —Pero tú no lo apruebas —dijo Poppy como una afirmación, apartando un mechón de cabello mojado de la frente de su esposo.
    Harry la miró con picardía.
    —Es exactamente lo que haría yo en su lugar. Pero, por supuesto, no lo apruebo.
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    —¿Cómo ha sido su charla con la señorita Darvin? —preguntó Catherine, tensándose en cuanto Leo se acercó a ella.
    —Reveladora.
    Catherine frunció el ceño ante lo breve de la respuesta, y se mostró impaciente.
    —¿Qué quería de usted?
    —Me ha propuesto un matrimonio de conveniencia.
    Catherine pestañeó. Era justo lo que había esperado y, pese a todo, oírlo la puso celosa.
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