Libros
Vladimir Nabokov

Pnin

Nabokov satiriza aquí un mundo que a él, como emigrado, le tocó sufrir, y pocas veces se le nota tan desenvuelto, tan feliz en el acto mismo de escribir, tan capaz de transmitir el placer que, a pesar de los pesares, le daba el simple hecho de estar vivo.

Pnin está considerada como «la más deliciosa de las novelas de Nabokov» (G. M. Hyde), «la más inmediatamente atractiva» (Laurie Clancy) y, posiblemente, la más divertida de toda su obra, tan rebosante de humor. Su protagonista es el profesor Pnin, un ruso de la emigración que se gana la vida dando clases a media docena escasa de alumnos desganados que acuden a su aula como quien va a ver una película de Buster Keaton. Pero los verdaderos enemigos del inefable e infeliz Pnin son los extraños artilugios de la modernidad: coches, electrodomésticos y demás máquinas que, al menos a él, no le facilitan precisamente la vida. Y también los mezquinos intereses y la mediocridad de sus colegas, una pandilla de ambiciosos profesorzuelos que ponen a prueba su infinita paciencia. O los psiquiatras entre los que se mueve la que fue su esposa, una mujer que nunca le amó pero de la que él sigue imperturbable y conmovedoramente enamorado. De modo que, al final, el ridiculizado Pnin acaba emergiendo como una figura casi heroica, un ser civilizado en medio de la incivilización industrial, el único que todavía conserva un resto de dignidad humana.

Nabokov satiriza aquí un mundo que a él, como emigrado, le tocó sufrir, y pocas veces se le nota tan desenvuelto, tan feliz en el acto mismo de escribir, tan capaz de transmitir el placer que, a pesar de los pesares, le daba el simple hecho de estar vivo.
216 páginas impresas
Publicación original
2020
Año de publicación
2020
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Opiniones

  • Carla del Solcompartió su opiniónhace 9 meses
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Citas

  • Adal Cortezcompartió una citahace 2 años
    «Todo eso de la psiquiatría –murmuró Pnin en su respuesta a la carta de Chateau– no es más que una especie de microcosmos del comunismo. ¿Por qué no dejan que la gente sufra a solas sus propias desdichas? ¿Acaso la desdicha no es, pregunto yo, lo único que llegamos en realidad a poseer?»
  • Mauricio Ortega Ortizcompartió una citahace 4 años
    simples muletas para su tullido corazón
  • Mauricio Ortega Ortizcompartió una citahace 4 años
    Existen ciertas mujeres adorables cuyos ojos, gracias a una casual combinación de brillo y forma, no nos afectan directamente, en el momento de la tímida percepción, sino a modo de aplazado estallido acumulativo de luz que se produce cuando esa cruel persona ya está ausente, y permanece en cambio el angustioso dolor, y sus lentes y lámparas se instalan en la oscuridad.

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