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Joan-Carles Mèlich

Filosofía de la finitud

La finitud no es la muerte sino la vida. Si somos finitos es porque vivimos siempre en despedida y no podemos controlar los deseos, recuerdos y olvidos, porque el nuestro es un mundo que nunca nos pertenece del todo, ni será plenamente cósmico, ordenado o paradisíaco. Somos el resultado del azar y de la contingencia y no tenemos más remedio que elegir en medio de una terrible y dolorosa incertidumbre. Una vida finita no conseguirá eludir la amenaza del caos, ni estará capacitada para cruzar las puertas del paraíso. Ser finito significa que no podemos crear a voluntad nuestra existencia, porque, querámoslo o no, recibimos una herencia que nos obliga a resituarnos a cada instante.

Se trazan en esta obra algunas escenas antropológicas que configuran nuestra vida cotidiana: la experiencia, el olvido, el mal, el deseo, el placer, el silencio. La filosofía aquí esbozada tratará de mostrar la fragilidad y la vulnerabilidad de la vida y de pensar la ética y la educación desde esta perspectiva. Estamos ante el relato fragmentario del recorrido por unas sendas para las que no contamos con brújulas ni cartas de navegación.
162 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2012
Año de publicación
2011
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Citas

  • Héctor Rojocompartió una citahace 2 años
    A este «instalarse en el mundo por la palabra» lo llamamos interpretación. Así pues, la interpretación no es sino una acción antropológica fundamental.
  • Héctor Rojocompartió una citahace 2 años
    Una filosofía de la finitud, como veremos a lo largo de este ensayo, es una filosofía de la memoria, pero también del deseo que anhela un futuro en el que el verdugo no triunfe definitivamente sobre la víctima inocente, en el que ni el mal ni la muerte tengan la última palabra.
  • Héctor Rojocompartió una citahace 2 años
    un futuro que olvida su pasado se halla cercano al peligro totalitario.

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