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Paul Strathern

San Agustín en 90 minutos

  • Francisco Samourcompartió una citahace 3 años
    San Agustín era una maníaco sexual, o eso es lo que pretende hacernos creer. Se castiga página tras página de sus famosas Confesiones por ser «el más vil esclavo de las bajas pasiones» y por recrearse en «la basura de la impudicia, el negro río infernal de la lujuria». Pero el lector expectante pasa las páginas con decepción creciente en busca de ejemplos reales de esta lascivia enloquecida, de modo que no se sabe qué hacía Agustín exactamente en los suntuosos nidos de vicio de Cartago. Mi conjetura es que no era mucho más que las acostumbradas aventuras de estudiantes.
  • Darshancompartió una citahace 4 años
    ¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pide, lo sé; si quiero explicarlo a quien me lo pide, no lo sé. No obstante, con seguridad digo que si nada pasara, no habría tiempo pasado, y si nada acaeciera, no habría tiempo futuro, y si nada hubiese, no habría tiempo presente.
    Estos dos tiempos, pues, el pasado y el futuro, ¿cómo «son», puesto que el pretérito ya no es y el futuro no es todavía? Mas el presente, si siempre fuese presente y no pasara a pretérito, ya no fuera tiempo, sino eternidad. Si el presente, pues, para ser tiempo tiene que pasar a pretérito, ¿cómo podemos afirmar que «es», si su causa de ser es que será pasado, de tal manera que no decimos con verdad que el tiempo «es», sino porque camina al no ser?
  • Darshancompartió una citahace 4 años
    No había extremos de calor o frío en el paraíso, y sus habitantes no experimentaban deseo o temor que pudiera perturbar su bienaventuranza… Un hombre y su esposa se hallaban en fiel compañía, basada en el amor y en el respeto mutuos, y en la obediencia sin tacha a los mandamientos… Cuando la humanidad se encontraba bendecida por tal facilidad y abundancia, habría sido posible sembrar la semilla de los hijos sin sucia lujuria. Los órganos sexuales se­rían excitados hasta la necesaria actividad solo por el poder de la voluntad, así como la voluntad controla otros órganos. Entonces, sin haber sido incitado por el atractivo de la pasión, el marido podría verse liberado en el seno de su esposa, en completa paz de la mente y tranquilidad del cuerpo… esa parte de su cuerpo no activada por la pasión tormentosa, sino puesta en servicio por el uso deliberado del poder cuando surge la necesidad, la semilla depositada en su seno sin pérdida de la virginidad de la esposa… De este modo podrían los dos sexos unirse para la impregnación y concepción por un acto de voluntad, en lugar de por un deseo lujurioso.
  • Darshancompartió una citahace 4 años
    La mayoría de las batallas propagandísticas entre dogmas rivales han intentado ganarse los corazones y las mentes.
  • Darshancompartió una citahace 4 años
    El objetivo principal del debate filosófico era el de demostrar que el oponente había cometido el error cardinal de contradecir el dogma.
  • Darshancompartió una citahace 4 años
    ¿Qué podemos conocer de la realidad última, si está más allá de nosotros en todo sentido? Y en verdad, ¿qué sabemos? Nada con certeza, excepto que existimos y que pensamos. Estas ideas de los Soliloquios de Agustín se anticipan en más de 1.100 años al famoso «Cogito ergo sum» («Pienso, luego existo») de Descartes, que había de ser una revolución en la filosofía
  • Darshancompartió una citahace 4 años
    Cesó inmediatamente de sollozar, se levantó y corrió hacia la copia de las epístolas de san Pablo que había dejado en un banco. Cogió el libro, lo abrió, y leyó las primeras palabras que vio: «… no en orgías y borracheras, no en la lascivia y la impudicia, no en la disensión y la envidia. En lugar de esto, toma en ti al Señor Jesucristo, y no gastes más tiempo pensando en la carne y en satisfacer sus placeres». Agustín se había convertido. Volvió a la casa y contó a su madre lo que le había sucedido; y ella se colmó de gozo.
  • Michelle Maccompartió una citahace 5 años
    No temo, respecto de estas verdades, ningún argumento propuesto por los académicos. Si dicen, “¿Qué si te equivocas?” respondo, “Aunque me equivoque, existo”. Un ente no existente no puede equivocarse. Por lo tanto, debo existir si me equivoco. Si el equivocarme prueba que existo, ¿cómo puedo equivocarme al pensar que existo, si mi error confirma mi existencia? Por tanto, para equivocarme tengo que existir, pues, incluso si me equivoco, no se puede negar que no me equivoco en mi saber de que existo. Por tanto, tampoco me equivoco en saber que sé. Pues del mismo modo que sé que existo, sé también que sé. Y cuando me siento contento a causa de estos dos hechos, puedo añadir con igual certeza esa alegría a las cosas que sé. Pues no me engaño acerca de mi alegría, porque no me engaño acerca de las cosas que amo. Aunque estas cosas fueran ilusorias, quedaría siempre el hecho de que amo las ilusiones.

    La ciudad de Dios, Libro XI, Cap. 26
  • Michelle Maccompartió una citahace 5 años
    Llevábanme tras sí las representaciones teatrales, llenas de las imágenes de mis miserias y de los atizaderos de mi propio fuego. ¿Por qué será que el hombre en el teatro quiere dolerse contemplando escenas luctuosas y trágicas que de ninguna manera querría padecer personalmente? Y con todo eso, quiere sufrir dolor el espectador, y aquel dolor constituye su deleite. ¿Qué es esto sino una miserable locura? Pues tanto es más viva la emoción de cada cual cuanto menos curado está de tales pasiones, si bien aquello que cuando él lo padece se llama miseria, compartido con otros, se llama lástima.

    Confesiones, Libro III, Cap. 2
  • Michelle Maccompartió una citahace 5 años
    Inevitablemente, ésta no podía ser una época buena para los filósofos, que necesitan de una sociedad estable y civilizada, con una tradición de saber y ocio. (Rara vez florece la filosofía sin una clase educada ociosa).
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