El neandertal no solo enterraba a sus muertos sino que los rodeaba de útiles y alimentos, a la vez que practicaba el entierro secundario, o sea, enterraba, dejaba descomponer, se sacaba los huesos, los pintaba de ocre rojo y los volvía a colocar en posición fetal, rodeado de instrumentos, útiles para la otra vida. “No puede tratarse de una cuestión de instinto, sino de la aurora del pensamiento humano” (Morin, 1994, p. 21). James, en su trabajo La religión del hombre prehistórico, menciona: