bookmate game
Han Kang

La clase de griego

Avisarme cuando se agregue el libro
Para leer este libro carga un archivo EPUB o FB2 en Bookmate. ¿Cómo puedo cargar un libro?
  • Jennifer Gutiérrezcompartió una citahace 22 días
    Fue como si me besara el tiempo.
  • Jennifer Gutiérrezcompartió una citahace 22 días
    Sus corazones laten juntos, pero él no sabe nada de ella. No sabe que cuando era pequeña se quedó contemplando las penumbras del patio preguntándose si estaba bien que existiera en este mundo
  • Jennifer Gutiérrezcompartió una citael mes pasado
    Cada vez que empezaba a escribir una oración, notaba su corazón gastado; su corazón remendado, consumido, inexpresivo.
  • Valeria Riveracompartió una citael mes pasado
    Las palabras caen sobre la acera, sobre las azoteas de los edificios, sobre los charcos negros, salpicándolo todo.
  • Valeria Riveracompartió una citael mes pasado
    No le parece raro?

    ¿No le extraña que tengamos párpados y labios?

    ¿Que a veces nos los cierren desde fuera, y que otras veces los cerremos con fuerza desde dentro?
  • Valeria Riveracompartió una citael mes pasado
    La tinta se superpone a la tinta, los recuerdos a los recuerdos, la sangre a la sangre. La calma
  • Jennifer Gutiérrezcompartió una citael mes pasado
    Ella lo escucha con atención, sin hacer el menor ruido. Y no tarda en advertir que hay algo, algo parecido a un pájaro, que vive en la expresión de su cara; y esa sensación de calidez despierta en ella un dolor inmediato.
  • Rafael Ramoscompartió una citael mes pasado
    No deseando volver a la superficie,

    rodeé tu cuello con mis brazos,

    busqué tu hombro y lo besé.

    Para que no siguiera con mis caricias,

    me cogiste la cara y emitiste un breve sonido.

    Lo oí por primera vez.

    Un sonido leve y redondo como una burbuja.

    Yo contuve la respiración.

    Tú seguías respirando.

    Te oía respirar.

    Entonces comenzamos a subir lentamente.

    Primero tocamos la brillante superficie del mar,

    luego fuimos arrastrados con ímpetu a tierra firme.

    Tuve miedo.

    No tuve miedo.

    Tuve ganas de llorar.

    No quise llorar.

    Antes de separarte por completo de mi cuerpo,

    me diste un lento beso en la boca,

    en la frente,

    en las cejas,

    en ambos párpados.

    Fue como si me besara el tiempo.

    Cada vez que se encontraban nuestros labios, la oscuridad se hacía más densa.

    La quietud se acumulaba como la nieve que borra para siempre todas las huellas

    y nos iba cubriendo en silencio las rodillas, la cintura, y por fin la cara.
  • Rafael Ramoscompartió una citael mes pasado
    Estabas anhelante.

    Daba miedo la quietud.

    Estaba oscuro,

    como la oscuridad más profunda de la noche,

    como las profundidades abisales donde la presión aplasta a los seres vivos.

    De pronto tu dedo índice empezó a escribir algo en mi hombro desnudo.

    Bosque, eso fue lo que escribiste.

    Me quedé esperando la siguiente palabra.

    Cuando supe que no habría otra, abrí los ojos en la oscuridad

    y vi la borrosa mancha de tu cuerpo blanquecino en la negrura.

    Entonces estábamos muy cerca.

    Tan cerca que nos abrazábamos.

    Seguía cayendo la lluvia.

    Algo se despertó en nosotros.

    Allí donde no había luz ni voces,

    entre astillas de corales que no habían soportado la presión,

    nuestros cuerpos trataban de subir a flote.
  • Rafael Ramoscompartió una citael mes pasado
    Nos quedamos tumbados uno junto al otro en los bosques del fondo del mar.

    En un lugar donde no había luz ni sonidos.

    No podía verte.

    Yo tampoco podía verme.

    Tú no hiciste ruido alguno.

    Yo tampoco hice ningún ruido.

    Nos quedamos allí tumbados

    hasta que por fin pronunciaste algo,

    hasta que se escapó

    una burbuja redonda y leve

    de tus labios.
fb2epub
Arrastra y suelta tus archivos (no más de 5 por vez)