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Libros
Marina Yuszczuk

Para que sepan que vinimos

Luego de la muerte de su madre, Fernanda viaja con su familia a Nueva York para intentar dejar atrás el duelo y encontrar una felicidad perdida junto a su pareja y su hija. Es un viaje largamente deseado, pero pronto descubre que una presencia fantasmal la acecha desde la oscuridad.
Después de La sed, novela en la que incursionó por primera vez en el gótico, Marina Yuszczuk explora esta vez la frontera con el cuento de hadas, el lado más oscuro de la maternidad (o de la vida familiar), en donde no se distingue entre madrastras, madres, brujas.
Para que sepan que vinimos es, de principio a fin, una novela inquietante que se vuelve adictiva a medida que se suceden las páginas. Una muestra más de la potencia narrativa de Yuszczuk.
228 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2022
Año de publicación
2022
Editorial
Blatt & Ríos
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Opiniones

  • Caricia De los Angelescompartió su opiniónhace 2 años
    👍Me gustó

Citas

  • cataimil034compartió una citahace 7 meses
    inquietud no cedía pero la certeza de lo que había visto sí, se volvió más lejana, y un largo rato después pudo abrir los ojos y verificar eso que apenas la aliviaba: que no había nada en el vidrio.

    En las horas siguientes trató de dormir, y cuando no dormía trataba de convencerse de que estaba equivocada, de que había una continuidad entre los sueños, los pensamientos pesimistas de los días anteriores y lo que había visto en la ventanilla. Le costó tomar la decisión de abandonar el asiento para ir al baño. Le temblaron un poco las manos cuando entró y cerró la puerta a sus espaldas, cuando se quedó a solas con el espejo en ese cubículo de plástico, con el rugido bajo sus pies, que no se detenía ni por un segundo y le hacía sentir que las
  • cataimil034compartió una citahace 7 meses
    quietud no cedía pero la certeza de lo que había visto sí, se volvió más lejana, y un largo rato después pudo abrir los ojos y verificar eso que apenas la aliviaba: que no había nada en el vidrio.

    En las horas siguientes trató de dormir, y cuando no dormía trataba de convencerse de que estaba equivocada, de que había una continuidad entre los sueños, los pensamientos pesimistas de los días anteriores y lo que había visto en la ventanilla. Le costó tomar la decisión de abandonar el asiento para ir al baño. Le temblaron un poco las manos cuando entró y cerró la puerta a sus espaldas, cuando se quedó a solas con el espejo en ese cubículo de plástico, con el rugido bajo sus pies, que no se detenía ni por un segundo y le hacía sentir que las
  • Edith Arjonacompartió una citael año pasado
    De que existía esa abertura.

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