Sin duda para Valle-Inclán las cosas más bellas creadas por los hombres son para los ojos y los oídos, incluso el alma que expresan las letras pertenece a la música. Sonatas, es el esfuerzo de Valle-Inclán por conseguir una prosa rítmica, la voluntad de que su prosa se acerque lo más posible a la música. La elección de cada palabra no se reduce solo a la carga intelectual o sentimental, sino a las asociaciones sonoras que suscita esa palabra en el texto y la relación que establece con el resto.
Las Sonatas representan la cima del arte de Valle-Inclán en su etapa modernista. Son cuatro novelas cortas pero con relaciones internas que las hace una obra unitaria: Sonata de otoño, 1902, Sonata de estío, 1903, Sonata de primavera, 1904 y Sonata de invierno, 1905.
Las Sonatas cuentan las memorias ficticias del Marqués de Bradomín, un alter ego del propio Valle-Inclán que se define con aquellos famosos epítetos de «feo, católico y sentimental».
En cada una de las sonatas el marqués va rememorando con nostalgia distintas etapas de su vida, que discurren a su vez en lugares y un ambiente social que el escritor demuestra conocer muy bien.
En Sonata de primavera nos presenta a un joven protagonista, que sirve como mensajero del Vaticano y que es enviado al Palacio Gaetani, donde intentará conquistar a la hija mayor de la princesa, María del Rosario, que está a punto de tomar los hábitos. Ella lo toma por el diablo y huye de él.
El amor, el satanismo, la fe y la muerte son los principales temas que Valle-Inclán ha abordado en este libro.