la perfección verdadera es amor de Dios y del prójimo, y mientras con más perfección guardaremos estos dos mandamientos, seremos más perfectas. Toda nuestra Regla y Constituciones no sirven de otra cosa sino de medios para guardar esto con más perfección. Dejémonos de celos indiscretos, que nos pueden hacer mucho daño: cada una se mire a sí.