Libros
Andrew Marantz

Antisocial

Una crónica profundamente inmersiva de cómo los empresarios de Silicon Valley se propusieron crear un internet libre y democrático y cómo los cínicos propagandistas de la extrema derecha explotaron esa libertad para impulsar sus fanatismos en la masa social. Marantz explora dos mundos: el de los emprendedores de las redes sociales, que con ingenuidad y una imprudente ambición cambiaron los medios tradicionales de recepción y transmisión de la información; y el de “los intrusos”: conspiradores, supremacistas blancos y troles nihilistas, que se han hecho expertos en el uso de redes sociales para promover su corrosiva agenda.
Antisocial abarca un periodo amplio, desde los primeros libros impresos en masa hasta los hashtags del presente, desde reuniones secretas de neofascistas hasta la sala de ruedas de prensa de la Casa Blanca… Revela cómo se han borrado las fronteras entre tecnología, medios y política, lo que resulta en un panorama informativo profundamente roto. Muestra cómo se encamina a muchos jóvenes alienados hacia la radicalización en línea y cómo se difunden anónimamente unas ideas marginales de los medios de comunicación sociales al imaginario colectivo.
637 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2021
Año de publicación
2021
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Citas

  • Milena Alvarezcompartió una citahace 3 años
    La mayoría de estas páginas estaban operadas por auténticos machotes estadounidenses, pero más adelante se hizo patente que algunas de ellas, incluyendo Being Patriotic, eran obra de Internet Research Agency, una empresa con sede en San Petersburgo que generaba propaganda pro-Putin. A principios de 2018, un gran jurado estadounidense imputó a Internet Research Agency, junto a otros individuos y entidades rusas, por inmiscuirse en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016.
  • Milena Alvarezcompartió una citahace 3 años
    Algo estaba pasando en internet: un nuevo tipo de primarias invisibles; un intento, coordinado o espontáneo, de estirar la ventana de Overton de una forma tan radical que fuera capaz de arrastrar la idea de una presidencia de Trump hasta el ámbito de lo imaginable. ¿Quién lo estaba haciendo? Trump era un meme prefabricado, pero el virus no se estaba propagando por sí mismo. Sonaban rumores creíbles de que una parte de la actividad pro-Trump estaba siendo generada por granjas de troles rusas; aun así, incluso en el caso de que muchos de esos rumores resultaran ser ciertos, los rusos de ninguna manera podrían llevar a cabo toda la actividad, ni siquiera la mayor parte de ella. Independientemente de lo que estuviera ocurriendo, era reconfortante asumir que nos estaba ocurriendo a nosotros, que el electorado estadounidense estaba siendo manipulado por directivos de la CNN obsesionados con los índices de audiencia, por voraces banqueros de Wall Street en busca de limosnas corporativas, o por Putin. Pero lo cierto es que mucho de lo que le estaba sucediendo al pueblo estadounidense era obra del pueblo estadounidense. Lo que no sabía era quién lo estaba haciendo exactamente, ni cómo.
  • Milena Alvarezcompartió una citahace 3 años
    La mayoría de la gente, y aquí me incluyo, se ha acostumbrado a pensar en los medios de comunicación sociales como una propiedad emergente de la voluntad popular, del libre mercado o de la suerte de los tontos. Un adolescente publicaba su vídeo de baile en Snapchat y, si por casualidad le sonreían los dioses virales, podía acabar consiguiendo un contrato en el programa Ellen o disfrutar de quince minutos de fama convencional. Pero la industria de la viralidad, en realidad, no era ningún misterio desconocido; más bien era el producto de una gran cantidad de pequeñas elecciones humanas. A cada paso, había gente oculta tras la cortina: consumidores haciendo y compartiendo contenido, ingenieros diseñando los algoritmos que distribuían contenido, moderadores seleccionando contenido o incapaces de hacerlo.[117]

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