Libros
André Gide

Diario

«Algunos días me parece que si tuviera a mano una buena pluma, buena tinta y buen papel, escribiría sin dificultad una obra maestra.» André Gide.En la estela de los grandes diarios íntimos del siglo XIX? Stendhal, Vigny, Delacroix-, el Diario de André Gide, que muchos consideran su obra más importante, es la clave de la transformación del género, su recreación como obra literaria conscientemente dirigida a un lector. Crónica puntillosa y nunca conformista de los avatares de nuestro tiempo, permite seguir, además, a lo largo de 63 años, la trayectoria íntima y espiritual de un hombre que anduvo preguntándose toda su vida por la premisa que sustenta el principio de moralidad? o de inmoralidad. Por sus páginas desfilan pintores, políticos, músicos, escritores; Madeleine, su mujer, Élisabeth, la madre de su hija, Marc, su amante; aventuras eróticas, viajes, odiseas intelectuales, crisis religiosas, guerras. Esta selección, realizada y traducida por Laura Freixas, en la que se incluyen textos que fueron inéditos hasta 1996, nos introduce en el único y complejo mundo de una figura central en la cultura del siglo XX.
433 páginas impresas
Publicación original
2013
Año de publicación
2013
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Opiniones

  • Talia Garzacompartió su opiniónhace 3 años
    👍Me gustó
    💡He aprendido mucho

    Es largo, un modelo sobre los diarios como género de escritura. Sirve mucho para comprender el contexto de una época y para saber sobre la vida fan interesante que tuvo André Gide y sus reflexiones. Pienso que es un buen documento para continuar reflexionando sobre la historia y sus cambios.

Citas

  • Lina Cecompartió una citahace 8 años
    Dejadme; no sabéis lo que sufre un corazón que no sabe su camino.
  • Talia Garzacompartió una citahace 3 años
    Querría llevar el capuchón blanco y las sandalias, el gran manto blanco, de franela, y el ceñidor de seda negra; en mi celda una inmensa mesa de roble y encima, libros abiertos.
  • Talia Garzacompartió una citahace 3 años
    Querría habitar una celda desnuda, acostarme sobre una tabla con una almohada de crin, al lado de un reclinatorio de madera, simple, enorme, con una Biblia infolio siempre abierta sobre el soporte, encima un velón de aceite siempre ardiendo, y en el insomnio encontrar éxtasis violentos, furiosamente encorvado sobre un versículo, en la noche envolvente, impresionante; no oiría ningún ruido, sino los grandes clamores de la montaña, las voces lúgubres de los glaciares, o los cánticos de medianoche cantados en una sola nota por los cartujos que velan.

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