Dios es la experiencia única de nuestro ser, en su núcleo, en su unidad y en su intimidad. Cuando vivimos verdaderamente, no somos capaces de nada más que de Él, de acercarnos y caminar hacia Él, puesto que Él no se realiza ni se comprende en nosotros, sino que sencillamente nos sacude, y por tanto no debemos tener duda alguna de su presencia. Es tan fuerte, que ni el más grande revés de la fortuna tiene poder alguno sobre Él, y en el anhelo, en cada intuición que tenemos de su rostro, nuestra miseria y toda la muerte del mundo son dominadas y detenidas