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José Manuel Cuesta Abad,Carlota Fernández-Jáuregui Rojas

Raíz Celan

  • Emmanuelcompartió una citael año pasado
    como si las palabras abrieran una distancia entre quien escribe y su dolor, cada una de ellas es marca sonora de un silencio, grito o señal que retorna de una ausencia, compañía y respuesta de ese dolor que en su repetición nos tranquiliza. Como si las palabras, al escribir, entraran en una habitación y allí, al tropezarse revoloteando con todas las cosas, hicieran un ruido que revelara su existencia. Esa es la «melodía de las cosas» de la que hablaba Rilke y no consiste en oír el ruido de cada palabra en su encuentro con lo que le sirve de obstáculo, sino el fondo silencioso que hay entre las cosas y se extiende como un murmullo que mece, un silencio de palomar que calma y apacigua.
  • Emmanuelcompartió una citael año pasado
    el poema es el lugar de la ruptura y del desgarro entre tiempos, es la pérdida abismal que articula el resto de las pérdidas, la enorme boca que abre y da forma a la pérdida misma.
  • Emmanuelcompartió una citael año pasado
    No nos pertenece la lengua porque somos sus hablantes quienes le pertenecemos; no la tenemos porque ella nos tiene, y solo en ella nos tenemos
  • Emmanuelcompartió una citael año pasado
    en el nombre, tenía lugar algo como un “tocar” y un “ver”»78.
  • Emmanuelcompartió una citael año pasado
    quizá, el nombre sea del lenguaje lo que más se aproxime a eso que en mayor medida puede mostrarse pero no decirse: el silencio. De ahí, escribe Giorgio Agamben comentando a Aristóteles, que el conocimiento adquirido en Eleusis pueda expresarse a través de los nombres pero no de las preposiciones: «En el misterio no había espacio para el logos apophantikos (De interpretatione 17 b, 8), solo para el onoma.
  • Emmanuelcompartió una citael año pasado
    El nombre es, por tanto, lo que se aparece en sí mismo y, así, su trato exige de un cierto cuerpo a cuerpo, una disposición a dejarse padecer, esto es, a dejarse tocar por él: el nombre es la aparición sinóptica que nos llama y nos toca de una sola vez, y el cuerpo lingüístico que tocamos también de una sola vez al recibirlo; es la aparición y no la imagen; la palabra, no la metáfora; su «ocupabilidad» y no el enunciado de lo dicho; es aquello que solo puede ser en la repetición de su unidad sin intervención de estructura, engranaje o subordinación de distintas partes, es eso que en sí mismo es.
  • Emmanuelcompartió una citael año pasado
    Los poemas son... una tentativa de enfrentarse a la realidad, una tentativa de alcanzar la realidad, de hacer visible la realidad (Wirklichkeit). La realidad no es en modo alguno para el poema algo establecido, dado previamente, sino más bien algo que está en cuestión (etwas in Frage Stehendes). El poema hace acontecer lo real, lleva a la realidad.
  • Emmanuelcompartió una citael año pasado
    Walter Benjamin vio en la lectura de las constelaciones el paradigma arcaico de una facultad mimética que en otros tiempos permitía leer semejanzas no-sensibles, depositadas más tarde en el lenguaje y la escritura. Semejanzas únicamente legibles en el instante fugaz que las constela aun a pesar de su disparidad aparente. El joven Adorno proponía —abundando en ciertas intuiciones benjaminianas— la lectura constelativa de lo disperso y lo fragmentario como tarea propiamente filosófica: «la idea de interpretación no coincide en absoluto con el problema del “sentido” con el que se la confunde la mayoría de las veces. No es por lo demás tarea de la filosofía exponer ni justificar tal sentido como algo positivamente dado, ni la realidad como “llena de sentido”»20.

    La lectura desideral contempla la suspensión del sentido, expone la dispersión del texto, de-siderado como portador de una significación ya siempre constituida y de algún modo establecida en la realidad exterior. «La palabra de ir-a-lo-profundo» lleva quizás al vértigo indecible del amor y la muerte. Pero no es una palabra que comunique con la realidad de un mundo conocido y razonable. Es más bien la grieta que ella misma abre en el lenguaje y la experiencia. El hermetismo que se ha atribuido (y reprochado) a Celan tiene que ver con el hecho de que sus poemas tienden a provocar en el lector un estado de fiebre y angustia, una especie de goce que fluctúa entre la fascinación y el malestar.
  • Emmanuelcompartió una citael año pasado
    Pero ¿cómo escribir, en realidad, si cada vez que lo hacemos es sobre algo, y ese algo convertido en tema ya no tiene nada que ver con el poema? Desconveniencia de la escritura: inconveniencia. Preguntas, en el fondo, que ya parecen conducirnos al problema de una lengua que arremete como ninguna otra contra sí, lengua que da vida al poema con esa misma lengua que se la quita.
  • Emmanuelcompartió una citael año pasado
    El poema sitúa su «aquí» en ese centro errante, vacío y hospitalario donde se encuentran un yo y un tú.
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