Pero dos personas no se equilibran mucho tiempo juntas, cada cual con su silencio; uno de los silencios acaba absorbiendo al otro, y fue cuando me giré hacia ella, que no se fijaba en mí. Seguí observando su silencio, sin duda más profundo que el mío, y de algún modo más silencioso. Y así nos quedamos otra media hora, ella dentro de sí y yo inmerso en su silencio, intentando leer sus pensamientos deprisa, antes de que se volviesen palabras húngaras