El problema de las relaciones con la OPEP se planteó de manera inmediata y obligó a una serie de definiciones por parte de las autoridades mexicanas. La potencialidad exportadora mexicana la colocaba en una doble posición al respecto. Por una parte, de alguna manera se incrementaban sus posibilidades negociadoras ante Estados Unidos, por poseer un material estratégicamente necesario para ellos. Por la otra, México se convertía en un potencial disruptor de las medidas políticas de los miembros de la OPEP, dirigidas no al aumento de precios sino a la limitación de suministros. La política