bookmate game
Libros
Laurie Lee

Sidra con Rosie

«Los últimos días de mi infancia fueron también los últimos días de la aldea. Yo pertenecía a aquella generación que vio, por casualidad, el final de una vida milenaria. […] Yo, mi familia, mi generación, nacimos en un mundo de silencio; en un mundo de trabajo duro y necesaria paciencia, un mundo de espaldas dobladas hacia la tierra, cuidado manual de los cultivos, dependencia de la meteorología y de la cosecha; un mundo en que las aldeas eran naves en paisajes vacíos y las distancias entre ellas largas; un mundo de caminos marcados por cascos y ruedas de carretas, no hollados por la gasolina y el petróleo, apenas transitados por las personas y casi nunca por placer, por los que lo que más rápido se movía eran los caballos.»Laurie Lee revive en esta novela, una de las más queridas y leídas por sus compatriotas, su infancia en una aldea de la campiña inglesa. Pese a nacer en 1914, un mes antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial, sus recuerdos son amables y llenos de cariño hacia un mundo que iba a desaparecer.«Un libro encantador, una exquisita despedida, no sólo de la infancia y de la adolescencia, sino también de una Inglaterra que ya ha desaparecido.»J.B. Priestley
259 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2014
Año de publicación
2014
¿Ya lo leíste? ¿Qué te pareció?
👍👎

Opiniones

  • Dianela Villicaña Denacompartió su opiniónhace 3 años
    👍Me gustó

Citas

  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
    Las hermanas estaban a punto de casarse, como he dicho. Harold trabajaba en el torno de la fábrica. Jack estudiaba en el instituto con resultados excelentes; y Tony aún tenía una excelente voz de tiple. Mi madre me conocía a medias pero no podía ayudar. Yo me consideraba condenado y nada menos que maravilloso
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
    de pronto, nubes y estrellas eran para mí solo y las voces me habían elegido entre todos los vivos y me llamaban a redimir al mundo; y yo gemía de soledad, me sonrojaba cuando tropezaba, me gustaban los desconocidos y el pan con mantequilla y hacía largos viajes en bici bajo la lluvia, atisbaba desconsoladamente por las ventanas encendidas, sonreía irónicamente al pensar lo poco que me conocían y vivía en un estado de violenta excitación
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
    En cuanto a mí, la hierba me parecía ahora más alta y más acongojante y los árboles tenían la textura de la piel y ya no se podía tratar a las chicas alegremente, pues eran unas criaturas de imponente tristeza

En las estanterías

fb2epub
Arrastra y suelta tus archivos (no más de 5 por vez)