En diálogo con Reggio Emilia

De hecho, no será importante cuántas cosas hace, sino cómo y con quién las hace; cuánto puede reflexionar sobre ellas, entenderlas y compartir sus significados y razones.

En los primeros años su cerebro tendrá un crecimiento arrollador, que caracterizará sus primeros 6/8 años de vida. También, tendrá después muchas posibilidades de desarrollo, pero lo mejor ocurre durante este período.

ser construidos y concebidos como lugares de acción, más que solo del habla: una verdadera “fábrica”, con una clara referencia cultural sobre el Renacimiento.

Pero ya sea el nido o la escuela infantil (y no solamente) por ser realmente lugares de producción de conocimiento, de cultura y de experimentación sociopolítica, e

Respetuosa al extremo de las notorias diferencias (de identidad, de tiempos, de ritmos, de sexo y de hábitos)

un organismo vivo nunca es igual a sí mismo; análogamente una escuela y un nido nunca pueden ser iguales a sí mismos en el tiempo. Deben poder garantizar la identidad en el cambio, la memoria del pasado y la memoria del futuro.

l proyecto pedagógico, que aquí se conecta al arquitectónico,

la transparencia, pero también la opacidad, es decir, cuando al niño se le está permitido sustraerse de la mirada del adulto y se respeta su privacidad

la legibilidad (es decir, cuando el espacio se deja leer por sus habitantes);

“contexto de significado”: objetos que deben entrar en diálogo con los niños asegurando la compartición del argumento.