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Silvina Ocampo

Cuentos completos I

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  • kim claudiacompartió una citahace 2 años
    Claude seguía las huellas de su cara con las dos manos y mirando el pasaporte pensaba: «No tengo que perder este pasaporte. Soy Claude Vildrac y tengo 14 años. No tengo que olvidarme; si pierdo este pasaporte ya nadie me reconocería, ni yo misma. No tengo que perder este pasaporte. Si llegara a perderlo, seguiría eternamente en este barco hasta que los años lo usaran y prepararan para un naufragio. Los barcos viejos tienen todos que naufragar, y entonces tendría que morirme ahogada y con el pelo suelto y mojado, fotografiada en los diarios: La chica que perdió su pasaporte».
  • Sami Lomelíncompartió una citahace 8 meses
    Mi afición por la música no es tan grande para que pueda engañar a los otros ni a mí mismo.
  • kim claudiacompartió una citahace 2 años
    Quería acordarse del día en que había nacido y fruncía tanto las cejas que a cada instante las personas grandes la interrumpían para que desarrugara la frente. Por eso no podía nunca llegar hasta el recuerdo de su nacimiento.
  • kim claudiacompartió una citahace 2 años
    Más tarde, cuando volvió a su casa, recordó que al desvestirse había sentido como una liberación. Llamó el teléfono, y la ternura de su novia era para él solo: una cama donde uno se duerme cuanto uno está muy cansado.
  • kim claudiacompartió una citahace 2 años
    Desde hacía días, una aprensión inmensa crecía insospechadamente por todas las cosas que lo rodeaban. A veces era una corbata, a veces era una tricota o un traje que le parecía que provocaba su desgracia. Había jurado analizar los hechos y las coincidencias para poner fin a sus dudas
  • kim claudiacompartió una citahace 2 años
    Esperanza no sabía ese tejemaneje, creía en la virtud azul de los ojos de Florián, en sus diez años, en su timidez, en su voz quejosa ejercitada en pedir limosnas. No hubiera admitido ni siquiera el sufrimiento o el hambre de un chico que se hace la rabona pidiendo limosna con un ojo voluntariamente tuerto. Hubiera visto a ese chico desmenuzarse debajo de un ómnibus, morirse de hambre en una esquina, suicidarse con un cuchillo sucio de cocina: no hubiera dado un paso por salvarlo. Sólo la virtud inocente de los ojos de Florián, igual a los ojos de un Niño Jesús, le ganaba el corazón, hasta hacerlo sentar a veces sobre sus escasas faldas a las doce de la noche cuando estaba sola. Entonces, creyendo salvarlo de su familia, le enseñaba oraciones que venían escritas detrás de las estampas, con veinte, cuarenta, cincuenta días de indulgencias.
  • kim claudiacompartió una citahace 2 años
    Elvia venía caminando lejos, lejos, por el puente, y no llegaba nunca. Elvia, transformada en la sonámbula del plato, no llegaba nunca, nunca. Claude corría detrás de ella con el salvavidas en los brazos. El barco se hundía para siempre, llevándose su nombre y su rostro sin copia al fondo del mar.
  • kim claudiacompartió una citahace 2 años
    Lo que más le gustaba de a bordo eran los desayunos por las mañanas, la música de circo, el miedo de los naufragios y Elvia.
  • kim claudiacompartió una citahace 2 años
    las almohadas eran caracoles blancos donde se oye de noche el ruido del mar, sin necesidad de estar embarcada.
  • kim claudiacompartió una citahace 2 años
    porque los días a bordo son todos días de fiesta, y quiero tener muchos días de fiestas corriendo por la cubierta, sola, sola, sola, sin que nadie me cuide
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