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Lisa Kleypas

Escándalo en primavera

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  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    especial para ti, querida —declaró Lillian mientras Annabelle servía el espumoso líquido y tendía las copas a sus amigas—. Por nuestro final feliz. Como tú eres la que ha tenido que esperar más, en mi opinión mereces beberte toda la botella tú sola. —Lillian sonrió abiertamente—. Sin embargo, la compartiremos contigo.

    Daisy cogió la copa por el pie.

    —El brindis debería ser por las cuatro —declaró Daisy—. Después de todo, tres años atrás teníamos las peores perspectivas posibles de encontrar marido. Ni siquiera conseguíamos que nos sacaran a bailar. Y mirad lo bien que se han resuelto las cosas.

    —Lo único qu-que tuvimos que hacer fue ser un poco astutas y montar algún que otro escándalo —contestó Evie con una sonrisa.

    —Y ser buenas amigas —añadió Annabelle.

    —¡Por la amistad! —exclamó Lillian con voz seria.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —¡Oh, deja que esperen! —contestó Lillian con voz alegre.

    Lillian agarró a Daisy por el brazo y la arrastró fuera del vestíbulo.

    Mientras las cuatro amigas avanzaban por el pasillo, se cruzaron con lord St. Vincent, quien se veía elegante y resplandeciente en su traje de gala. Lord St. Vincent se detuvo y miró a Evie con una sonrisa tierna en el rostro.

    —Parece que estéis escapando de algo —declaró él.

    —Eso hacemos —respondió Evie.

    St. Vincent deslizó el brazo por la cintura de Evie y le preguntó con un tono de complicidad:

    —¿Adónde vais?

    Evie reflexionó durante un instante.

    —A empolvar la nariz de Daisy.

    El vizconde observó a Daisy con actitud de sospecha.

    —¿Las cuatro? ¡Pero si su nariz es muy pequeña!

    —Sólo tardaremos unos minutos, milord —contestó Evie—. ¿Nos excusarás ante los demás?

    St. Vincent se echó a reír.

    —Dispongo de un surtido inagotable de excusas, amor mío —le aseguró él.

    Antes de alejarse de ellas, St. Vincent cogió la cabeza de Evie entre sus manos y la besó en la frente. Y, durante un brevísimo instante, apoyó la mano en la barriga de su esposa.

    Lillian y Annabelle no se percataron de aquel gesto, pero Daisy sí que lo vio y supo de inmediato qué significaba. «¡Evie tiene un secreto!», pensó Daisy mientras sonreía.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —¡Venga, no te quejes! —declaró Lillian con voz risueña junto a su oreja—. Una de nosotras tenía que tener una boda como es debido. Y te ha tocado a ti.

    Daisy se volvió y vio que Lillian, Evie y Annabelle estaban a su lado.

    —No pensaba quejarme, pero creo que habría sido más sencillo escaparme con Matthew a Gretna Green.

    —Tu escapada habría resultado poco imaginativa, querida, si tenemos en cuenta que Evie y yo ya lo hicimos antes que tú.

    —Ha sido una ceremonia preciosa —declaró Annabelle con afecto.

    —Y muy larga —bromeó Daisy—. Me siento como si llevara horas charlando y de pie.

    —Esto es precisamente lo que has hecho —declaró Evie—. Ven con nosotras, vamos a celebrar una reunión de las Floreros.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —¡Se está usted comportando de una forma escandalosa, señor Swift! —susurró Daisy.

    —Esto no es nada —contestó él en voz baja y con una expresión amorosa en el rostro—, estoy reservando mi peor comportamiento para esta noche
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    Al final, recibieron noticias de los abogados de Matthew. Un tribunal de tres jueces de Boston había estudiado el expediente del robo, había revocado la sentencia y había desestimado el caso. También dictaminaron que el caso no podía volver a abrirse, con lo que truncaron cualquier esperanza que la familia Waring tuviera de prolongar aquella terrible experiencia.

    Matthew recibió las noticias con una calma extraordinaria, aceptó las felicitaciones de todos y agradeció de corazón el apoyo de los Bowman y los Westcliff. Sólo cuando estuvo a solas con Daisy, su serenidad se vino abajo, pues la liberación que experimentaba era demasiado grande para sobrellevarla con estoicismo. Daisy le ofreció todo el consuelo y apoyo que pudo en un intercambio tan íntimo y franco que permanecería para siempre entre ellos dos.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —Porque no debería hacerlo hasta que estemos casados. Existe el riesgo de que…

    Daisy lo silenció con su boca y no paró hasta que la respiración de Matthew se aceleró y su piel desnuda estuvo tan caliente como la plancha de una cocina. Daisy levantó la cabeza y le sonrió mientras contemplaba sus ojos brillantes.

    —Todo o nada —murmuró Daisy—. Así es como te quiero.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    Al ver la energía inagotable de Matthew y el creciente número de sus logros, Simon Hunt le comunicó con determinación que si alguna vez se cansaba de trabajar para Bowman sería bien recibido en la empresa Consolidated Locomotive. Su proposición indujo a Thomas Bowman a ofrecer a Matthew un porcentaje mayor en los futuros beneficios de la fábrica de jabones.

    —Cuando cumpla treinta años ya seré millonario, si consigo mantenerme fuera de la prisión —comentó Matthew a Daisy con ironía.

    A Daisy le sorprendió y le emocionó que todos los miembros de su familia, incluida su madre, defendieran a Matthew. Si lo hicieron por ella o por su padre, no estaba claro. Thomas Bowman, quien siempre había sido muy exigente con todo el mundo, perdonó de inmediato a Matthew por haberlo engañado. Incluso lo consideró, más que nunca, su hijo de hecho.

    —Creo que si Matthew Swift cometiera un asesinato a sangre fría, nuestro padre diría de inmediato «Bueno, el chico debía de tener una buena razón para asesinarlo» —le comentó Lillian a Daisy.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    Durante todo el verano y buena parte del otoño, Daisy soportó muchas separaciones de Matthew. Entre ellas, las debidas a los frecuentes viajes que tuvo que realizar a Londres para resolver sus asuntos legales. Con la ayuda de Westcliff, la petición de extradición del gobierno norteamericano se canceló y Matthew pudo quedarse en Inglaterra. Después de contratar a dos hábiles abogados y ponerlos al día de los pormenores del caso, Matthew los envió a Boston para que lo defendieran en el tribunal de apelación.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —. ¿Cuánto tiempo más tengo que esperar?

    Lillian apoyó el codo en el respaldo del sofá, descansó la cabeza en la mano y esbozó una sonrisa de disculpa.

    —El doctor ha dicho que, al menos, tenemos que esperar otros quince días. Lo siento. —Lillian se echó a reír al ver la expresión de Marcus—. Lo siento mucho. Vayamos arriba.

    —Si no vamos a acostarnos juntos, no veo qué sentido tiene —gruñó Marcus.

    —Te ayudaré a darte un baño. Incluso te frotaré la espalda.

    Marcus se sintió intrigado por su oferta y le preguntó:

    —¿Sólo la espalda?

    —Estoy abierta a negociar —respondió Lillian de una forma provocativa—. Como siempre.

    Marcus la apretó contra su pecho y suspiró.

    —Tal como están las cosas, aceptaré lo que me ofrezcas.

    —¡Pobre! —Sin dejar de sonreír, Lillian giró la cabeza para besar a Marcus—. Pero recuerda, vale la pena esperar para algunas cosas.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —Ha pasado mucho tiempo desde que el señor Swift subió a ver a Daisy y no se oye ningún ruido. ¿No vas a subir a ver qué es lo que pasa? —comentó Lillian.

    —No, ni por todo el cáñamo de China —declaró Marcus repitiendo una de las nuevas frases favoritas de Daisy—. Sólo Dios sabe lo que podría interrumpir.

    —¡Santo cielo! —exclamó Lillian horrorizada—. No creerás que están…

    —No me extrañaría. —Marcus realizó una pausa deliberada antes de añadir—: Acuérdate de cómo éramos nosotros.

    Como Marcus esperaba, su comentario despertó el interés de Lillian de inmediato.

    —Todavía somos así —protestó ella.

    —No hemos hecho el amor desde antes de que naciera el bebé.
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