En ese sentido, es una pena que la ética por lo general preste más atención a casos en los que «se actúa incorrectamente», preguntándose por qué la gente lo hace, en qué consiste exactamente lo que hace y si puede decirse que tal cosa exista. Es la consecuencia de haberse centrado en exceso en el «razonamiento ético» en vez de en la ética práctica, en la ética real, la ética en acción, la cual implica toda una serie de habilidades, como son: saber escuchar, reaccionar, mostrar empatía y transigir.