Fabiana Gadow

García Márquez hablaba de esas buenas señoras que a los 50 descubren que los hijos se han ido, que su marido ha hecho carrera y no la necesita como en los tiempos duros, y ante la sensación de vacío se tiran por el balcón a la hora del solitario y melancólico crepúsculo.
Para Jose y para mí no había nada más lejano que esos balcones. A los 50, nuestra madre médica disfrutaba por primera vez de la libertad de ser cirujana y jefa de servicio sin tener que hacer

Sabíamos que esos suicidios eran el símbolo de un tipo de mujer superado; nosotras éramos de otro tiempo, y seríamos todo: esposas, madres, profesionales exitosas, militantes y amigas de diez, y zafaríamos de la maldición del balcón a la seis de la tarde.
Jose hizo todo, y a los 33 años ya había tenido éxito en todo. Fue la primera traductora con firma en un diario argentino, se casó con el hombre de su vida, se propuso tener cuatro hijos y tuvo cinco

síndrome de la Mujer Maravilla.

sociedad distinta pero aún en mutación,

estereotipos masculinos se perpetúan”.

menos mujeres ocupen puestos de autoridad: barreras que tienen su base en prejuicios, estereotipos, modelos sociales, económicos, psicológicos y hasta generacionales.

Como decía más arriba, el explorador a veces encuentra lo que no busca.

como sostiene Chris Argyris, las organizaciones son como son porque nosotros somos como somos.

además de marcar limitaciones de género, muestran los errores de visión sobre los que las corporaciones contemporáneas

Napoleón Bonaparte: “Es algo peor que una injusticia, es un error”.