A Tabucchi le basta un rasgo para crear seres inolvidables, capaces de iluminar con su misma presencia el alma del personaje principal. ¿Cómo es el ventilador de Pereira? Asmático. ¿Por qué llama nuestra atención la mujer que Pereira encuentra en el tren? Porque lleva una pierna artificial. ¿Qué rasgo retenemos de Marta, la novia de Monteiro Rossi? Su vestido de tirantes cruzados. Para este escritor italiano la página en blanco es un vaso de agua en el que sólo tienen derecho a caer unas cuantas gotas de pintura. En la mente del lector esas gotas se mezclan y se enriquecen unas a otras. Incluso llegan a crear sus propias paradojas: sabemos que la portera del edificio colabora con la dictadura porque apesta a fritanga, y apesta a fritanga porque colabora con la dictadura. Para descubrir esos rasgos hay que usar toda nuestra sensibilidad en cuanto aparecen las sombras.