—¿Intentó vi-violar a Lillian? —preguntó con desconfianza.
—Amenacé con hacerlo.
—¿Habría cumplido su a-amenaza?
—No lo sé. No lo he hecho nunca pero, como usted ha dicho, estoy desesperado. Y ya que tocamos el tema… ¿Me está proponiendo un matrimonio de conveniencia o vamos a dormir juntos de vez en cuando?
—¿La habría fo-forzado o no? —insistió ella sin prestar atención a su pregunta.
—Si le digo que no, ¿cómo sabrá que no miento, señorita Jenner? —repuso él con sarcasmo—. No. No la habría violado. ¿Es ésa la respuesta que desea oír? Créalo, entonces, si la hace sentirse más segura. En cuanto a mi pregunta…
—Do-dormiré con usted una vez. Para que el matrimonio sea legal. Y nunca más… después.
—Estupendo. No me gusta acostarme más de una vez con la misma mujer. Es una lata cuando pasa la novedad. Además, nunca sería tan burgués como para desear a mi propia esposa. Eso implica que uno no dispone de medios suficientes para mantener a una querida. —Se detuvo a la espera de captar alguna emoción en el rostro de la joven—. Claro que también está la cuestión de darme un heredero…, pero siempre y cuando sea discreta, no creo que me importe de quién sea el niño.
Evangeline ni siquiera parpadeó.
—Quiero que se separe una pa-parte de la herencia para mí en un fideicomiso generoso. Los intereses serán sólo míos, y los gastaré como me parezca sin tener que darle explicaciones.