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Lisa Kleypas

  • Abigail Herreracompartió una citael año pasado
    —. Amor mío… si tuviera que elegir, me quedaría con las pocas horas que he pasado contigo. Las prefiero a una vida entera al lado de otra mujer. No hacía falta que me escribieras suplicándome que te buscara. Llevo buscándote toda la vida. No creo que exista el hombre que posea todas las cualidades necesarias para ser tu marido… pero te suplico que me permitas intentarlo.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —. No pareció alegrarse demasiado de que tomase prestada a su prometida.

    —Us-usted la ra-raptó —replicó Evangeline—. Tomarla prestada implicaría que tenía intención de de-devolverla
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —Usted que-quería a la señorita Bowman porque heredará una fortuna —soltó Evangeline—. Ne-necesita ca-casarse con alguien que tenga dinero.

    —Cierto —admitió Sebastian—. Mi padre, el duque, no ha cumplido con su obligación en esta vida: conservar intacta la fortuna familiar para dejármela en herencia. En cuanto a mi responsabilidad, consiste en dedicarme a la ociosidad más disoluta y esperar a que él fallezca. Yo he cumplido con mi deber a las mil maravillas, pero el duque no. Ha administrado muy mal las finanzas familiares y, hoy por hoy, es imperdonablemente pobre. Y, aún peor, goza de buena salud.

    —Mi padre es rico —aseguró Evangeline sin ninguna emoción—. Y se está mu-muriendo.

    —Felicidades —repuso él, y enarcó las cejas.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —No qu-quiero que me felicite —dijo Evangeline.

    —¿Qué quiere entonces, jovencita? —repuso Sebastian en voz baja—. Vaya al grano, por favor. Esto empieza a resultar aburrido.

    —Quiero estar con mi pa-padre los últimos días de su vida. La familia de mi madre no me permite verlo. He intentado escaparme para ir a su club, pero siempre me pillan, y después me castigan. Esta vez no vo-volveré con ellos. Tienen planes que quiero evitar, aunque ello me cueste la vida.

    —¿Qué clase de planes?

    —Quieren casarme con uno de mis primos. Eustace Stubbins. N-no siente nada por mí, ni yo por él… pero pa-participa de buen grado en la conspiración familiar.

    —Cuyo objeto es controlar la fortuna de su padre cuando éste muera, ¿verdad?

    —Sí. Al principio consideré la idea porque creí que el señor Stubbins y yo podríamos vivir en nuestra propia casa… y pensé que… la vida podría ser soportable si lograba alejarme del resto de ellos. Pero él me dijo que no tiene ni-ninguna intención de trasladarse. Quiere seguir bajo el techo familiar… y no creo que yo sobreviva ahí mucho tiempo más. —Ante el silencio al parecer indiferente de Sebastian, añadió en voz baja—: Creo que quieren ma-matarme una vez que consigan el dinero de mi padre.

    Sebastian no dejó de observarla, aunque no alteró el tono:

    —Muy desconsiderado por su parte. Pero ¿a mí qué me importa?
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —Le propongo ca-casarme con usted —dijo—. Quiero su protección. Mi padre está demasiado enfermo y débil para ayudarme, y no quiero ser una carga para mis amigas. Ellas me o-ofrecerían refugio pero, aun así, tendría que estar siempre en guardia por miedo a que mis parientes lo-lograran llevarme a la fuerza y obligarme a hacer su voluntad. Una mujer soltera tiene pocos recursos, social o legalmente. No es ju-justo, pero no puedo hacer nada por evitarlo. Necesito un ma-marido. Usted necesita una esposa rica. Y los dos estamos igual de desesperados. Por eso creo que aceptará mi pro-proposición. Si es así, me gustaría partir hacia Gretna Green esta misma noche. Estoy segura de que mis parientes ya me están buscando.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —A caballo regalado no se le mira el diente —soltó con indiferencia—. Pero ¿cuánto tiempo de vida le queda a su padre? Hay gente que sobrevive años en el lecho de muerte. La verdad, siempre he considerado de muy mala educación tener a la gente esperando.

    —No tendrá que es-esperar demasiado —fue la crispada respuesta—. Quince días, quizá.

    —¿Qué garantía tengo de que usted no cambiará de idea antes de que lleguemos a Gretna Green? Ya sabe la clase de hombre que soy, señorita Jenner. ¿Debo recordarle que la semana pasada intenté raptar y forzar a una de sus amigas?
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —¿Intentó vi-violar a Lillian? —preguntó con desconfianza.

    —Amenacé con hacerlo.

    —¿Habría cumplido su a-amenaza?

    —No lo sé. No lo he hecho nunca pero, como usted ha dicho, estoy desesperado. Y ya que tocamos el tema… ¿Me está proponiendo un matrimonio de conveniencia o vamos a dormir juntos de vez en cuando?

    —¿La habría fo-forzado o no? —insistió ella sin prestar atención a su pregunta.

    —Si le digo que no, ¿cómo sabrá que no miento, señorita Jenner? —repuso él con sarcasmo—. No. No la habría violado. ¿Es ésa la respuesta que desea oír? Créalo, entonces, si la hace sentirse más segura. En cuanto a mi pregunta…

    —Do-dormiré con usted una vez. Para que el matrimonio sea legal. Y nunca más… después.

    —Estupendo. No me gusta acostarme más de una vez con la misma mujer. Es una lata cuando pasa la novedad. Además, nunca sería tan burgués como para desear a mi propia esposa. Eso implica que uno no dispone de medios suficientes para mantener a una querida. —Se detuvo a la espera de captar alguna emoción en el rostro de la joven—. Claro que también está la cuestión de darme un heredero…, pero siempre y cuando sea discreta, no creo que me importe de quién sea el niño.

    Evangeline ni siquiera parpadeó.

    —Quiero que se separe una pa-parte de la herencia para mí en un fideicomiso generoso. Los intereses serán sólo míos, y los gastaré como me parezca sin tener que darle explicaciones.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    le hizo un nudo en el estómago. Había soñado que se casaría con un hombre sensible, acaso un poco aniñado, que nunca se burlaría de su tartamudez y sería cariñoso y tierno.

    Sebastian, lord St. Vincent, era la antítesis de su amor soñado. No tenía nada de amable o sensible, y mucho menos de aniñado. Era un depredador al que, sin duda, le gustaba juguetear con su presa antes de matarla.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —Qui-quiero irme de Londres antes de que mis parientes me encuentren.

    —¿Tienen algún motivo para sospechar que ha venido a mi casa?

    —Oh, no —aseguró ella—. Na-nadie concebiría que pueda estar tan loca.

    Si la cabeza no le diese ya vueltas, la deslumbrante sonrisa de St. Vincent le habría provocado ese efecto.

    —Afortunadamente tengo una vanidad muy elevada. Sus pullas no me afectan.

    —Seguramente hay muchas mujeres que le alimentan la va-vanidad. No necesita ninguna más.

    —Siempre necesito una más. Ése es mi problema.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —Decidido, pues —murmuró—. Acepto su propuesta. Hay muchas cosas que discutir, por supuesto, pero tendremos dos días para hacerlo antes de llegar a Gretna Green. —Se levantó de la butaca y se estiró sin poder evitar una sonrisa al ver cómo la muchacha lo recorría rápidamente con la mirada—. Ordenaré que preparen el carruaje y pediré al ayuda de cámara que me haga el equipaje. Saldremos en una hora. Por cierto, si durante el viaje decide echarse atrás en nuestro acuerdo, la estrangularé.

    —No e-estaría tan nervioso si no lo hubiera intentado con una víctima renuente la semana pa-pasada —replicó ella con una mirada irónica.

    —Touché. ¿Puedo considerarla a usted, pues, una víctima dispuesta?

    —Ansiosa —precisó Evangeline, que se refería a partir de inmediato.

    —Ésas son mis favoritas —comentó Sebastian con doble intención
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