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Luis María Martínez Rodríguez

  • Emmanuel Razocompartió una citahace 2 meses
    La gracia no destruye la naturaleza, la supone. La actividad sobrenatural no impide la actividad natural; nada más la eleva y la diviniza.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citael año pasado
    Cuando se contempla con atención y con amor una obra maestra, por ejemplo, una magnífica catedral, se comienza por admirar el prodigioso conjunto, y se siente la impresión de unidad y de armonía que aquella obra de arte produce en nuestro espíritu; y después de haber contemplado el conjunto bellísimo, sentimos la necesidad de ir admirando cada uno de los pormenores que la componen, y de una manera especial nos sentimos inclinados a estudiar de preferencia el elemento artístico, que es como inspirador de toda aquella obra que tan honda impresión produce en nuestro espíritu.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    l Espíritu Santo realiza en nosotros la obra de nuestra santificación de dos maneras: una, ayudándonos, impulsándonos, dirigiéndonos; pero de tal manera nos impulsa y nos dirige, que nosotros tenemos la dirección de nuestra propia obra. ¿No es nuestra gloria realizar nosotros mismos nuestros propios destinos? ¿No nos ha dado Dios ese don glorioso y terrible de nuestra libertad, por la cual nosotros mismos somos los artífices de nuestra dicha o los forjadores de nuestra desgracia?
    Pero hay otra manera de dirigir del Espíritu Santo; hay otra obra que realiza en nosotros, cuando Él personalmente toma la dirección de nuestros actos, cuando ya no solamente nos ilumina con su luz y nos calienta con su fuego y nos marca con sus enseñanzas el camino que debemos seguir, sino que Él mismo se digna mover nuestras facultades e impulsarlas para que realicemos su obra divina.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    La Santa Iglesia, en los himnos al Espíritu Santo, hace frecuentes alusiones a esos dones: «Tu septiformis munere» (Tú eres septiforme en tus dones), dice en el Himno de Vísperas de Pentecostés. Y en la secuencia de la Misa de la gran solemnidad, la Santa Iglesia le pide al Espíritu Santo que nos dé el sagrado septenario, «Da tuis fidelibus, in te confidentibus, SACRUM SEPTENARIUM», que nos otorgue sus dones divinos, que son los siete dones del Espíritu Santo.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    ¿Qué podemos y debemos hacer para que estos instrumentos preciosos, finísimos, divinos, que emplea el Espíritu Santo para nuestra santificación, alcancen en nosotros su completo desarrollo?
    Tres cosas: la primera es acrecentar en nuestros corazones la caridad, porque la raíz de los dones es la caridad. Porque amamos, por eso podemos recibir las santas inspiraciones del Espíritu Santo; hasta en el amor humano, ¿no hay como un vislumbre de ese privilegio prodigioso que tiene el amor divino de unirnos con el Espíritu Santo y de escuchar sus santas inspiraciones? Cuando se ama, aun con el amor terreno, se tienen intuiciones para descubrir los pensamientos y los deseos de la persona amada que no pueden suplirse con ninguna ciencia.
    ¿No vemos cómo las madres adivinan, por decirlo así, las necesidades y los deseos de sus hijos pequeñitos? Una persona experimentada puede perfectamente no entender lo que quiere un niño, una madre lo entiende; no es la inteligencia lo que descubre ese misterio, es el corazón; el corazón tiene intuiciones que el espíritu no comprende.
    Y si hasta el pobre amor humano, tan imperfecto y deficiente, tiene intuiciones misteriosas; si el que ama ve, si el que ama escucha, si el que ama vislumbra, si el que ama adivina, tratándose de ese amor sobrenatural que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones, que es la caridad, con mayor razón se tendrán esas divinas intuiciones.
    En la proporción en que la caridad aumenta, aumentan también y se desarrollan los dones. Por eso, en los santos descubrimos los actos propios de los dones del Espíritu Santo, porque han llegado a un alto grado de caridad. Quienquiera que acrecienta su caridad, perfecciona los dones del Espíritu Santo. Es el primer medio de desarrollar en nosotros esos instrumentos preciosos y divinos.
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    El segundo medio consiste en desarrollar en nosotros las virtudes; las virtudes están a nuestra disposición, son los instrumentos de nuestro trabajo espiritual.
    Por medio de las virtudes infusas, que recibimos también con la gracia de Dios, podemos ir perfeccionando una por una todas nuestras facultades y disponiéndolo todo en nuestra vida interior. Y a medida que las virtudes crecen, se prepara, por decirlo así, el terreno para que el Espíritu Santo venga y con un trabajo más fino y exquisito consume nuestra obra.
    Para continuar la comparación que puse al comenzar, así como el pintor genial pone los rasgos de su inspiración en el lienzo cuando sus discípulos aventajados han hecho ya la preparación conveniente, así como él interviene cuando está preparada la tela, dispuestos los colores y esbozado el cuadro que trata de trazar, así también, cuando nosotros, por nuestra parte, hemos realizado nuestra obra por medio de las virtudes, entonces el Espíritu Santo interviene con sus dones y consuma nuestra obra.
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    La tercera cosa que podemos hacer para que se desarrollen en nosotros los dones del Espíritu Santo consiste en ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu divino
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    El nombre y el número de estos dones los encontramos en un pasaje clásico del profeta Isaías: «Brotará —dice el profeta— una vara de la raíz de Jessé, una flor nacerá de esa raíz y descansará en ella el Espíritu de Sabiduría y de Entendimiento, el Espíritu de Consejo y de Fortaleza, el Espíritu de Ciencia y de Piedad, y la llenará el Espíritu de Temor del Señor». Lo que Isaías llama «espíritus» es lo que en el tecnicismo teológico se llaman «dones».
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    En esta facultad altísima, precisamente por su nobleza y excelencia, el Espíritu Santo ha puesto cuatro dones: Sabiduría, Entendimento, Ciencia y Consejo,
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    la voluntad, que es la facultad que sigue en categoría y nobleza a nuestra inteligencia, hay un don, el don de Piedad, que tiene por objeto arreglar y disponer nuestras relaciones con los demás.
    Para dominar la parte inferior de nuestro ser hay dos dones: el de Fortaleza y el de Temor de Dios; el de Fortaleza, para quitarnos el temor del peligro; el de Temor de Dios, para moderar los ímpetus desordenados de nuestra concupiscencia.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    don de Piedad —como dije ya— tiene por fin disponer nuestras relaciones con los demás;
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 6 meses
    El temor servil no es el don de Temor de Dios de que estoy tratando.
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