Yo vengo del pasado y este es mi mensaje de voz para ti, para tu experiencia lectora. Léelo todo de corrido con varias voces en tu mente, y las voces tienen que escucharse como si chocaran en un muro cóncavo al final de un túnel. Hacia el final, escucharás a una multitud: las voces de todas las Lucrecias que pisan la Tierra.
Prepárate a sentirte identificada, enojada, ahogada, asfixiada... Pero a la vez libre, y con una voz potente para gritar, para decir, para no callar. Para darle voz a las que no están y ser voz de ti misma y de las que aún están. Aquí sientes de todo, desde importancia hasta alivio, desde tristeza hasta valor.
Y seguiremos luchando, por las que estuvimos, las que estamos y las que estarán: por todas.
Hermoso ejercicio de escritura en el que cinco voces se fusionan para recordar a las Lucrecia, esa figura mítica y cuyo suicidio a consecuencia de una violación ha sido romantizado por pintores y escritores. En este texto Lucrecia está viva, presente, recobra su humanidad y su vigencia. Las autoras hacen la magia de convertir a Lucrecia en un cántaro donde cabemos todas, porque todas hemos sido tocadas por la violencia del patriarcado, pero como dice el texto: nuestra insurrección es seguir vivas
Es un ensayo muy doloroso... No conozco nada de Shskespeare pero me doy cuenta que desde siempre los hombres han hablado por nosotras. Nuestras desgracias y lo que ellos nos hacen se justifican ante leyes y explicaciones psicológicas que nadie les pidió. Ser mujer es la muerte desde nuestro nacimiento pero por ellos, por tomarnos como suyos cuando no somos nada de ellos.
Lucrecias nos recuerda todas las violaciones que enaltecieron imperios, guerras y arte (hay una escultura de un dios griego violando a una mujer, agh, me enoja muchísimo que siga ahí). Como el suicidio de Lucrecia se justifica poéticamente en otros escritores y que hoy en día sea complicado escuchar las voces de las escritoras y de las mujeres. De todas.
Este fue un espacio seguro. Pero lo mejor es compartir nuestro tiempo y espacio con las demás. Les agradezco a todas por sus textos.
Para que recordemos sus nombres, empezando por el tuyo, Lucrecia. Ni una menos.