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Raquel Vicedo Artero

Raquel Vicedo Artero

Traducciones de libros

Citas

Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
Pero el único que había regresado vivito y coleando había sido él, el hijo del viejo sargento mayor.
Levantó la vista hacia el monumento conmemorativo en el centro de la plaza del pueblo. Una sencilla barra alta de granito: «En memoria de nuestros chicos de la Isla», seguido de una larga lista de nombres. El único que no estaba era el suyo
Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
No, ya no quedaban niños en la Isla. Las viudas y toda su prole se habían mudado a las ciudades, y no era de extrañar. En la Isla no había electricidad ni médico ni un miserable dentista. Había una iglesia, eso sí, pero solo daban misa unas cuantas veces al año, cuando el pastor venía de la vecina isla de Benares
Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
Dos guerras mundiales habían desangrado, literalmente, la Isla. Ahora solo quedaban unos pocos granjeros y los cuatro viejos de siempre. Los viejos, extranjeros que vivían del dinero que les enviaban desde casa, jubilados de edad avanzada y antiguos aristócratas exiliados, que vivían con una elegancia pobre y encantadora
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