¿Es el corazón el órgano del deseo? Así se le concibe, aprisionado, en el campo de lo imaginario (claro, lo sabemos bien, el corazón se hincha, desfallece, como el sexo, y además, agrego, el corazón se rompe, se parte en dos o en tres o en cuatro, como le sucedió a Juan). ¿Adónde van a parar los movimientos del corazón? ¿Los sinceros y puros movimientos del corazón? Yo me lo pregunto, justo ahora, aquí, en este mismo instante, con curiosidad malsana: ¿qué sentirán los asistentes a este entierro? ¿Qué siento yo? ¿Qué pudo sentir Juan antes de morir, antes de que el corazón le estallara en mil pedazos?